El
título del filme no es muy original —Clint Eastwood ya lo utilizó en la banda
sonora de “Space cowboys”—, pero compendia bien los dos extremos de esta
película: la carrera espacial y un romance “complejo”. Pero también recupera la
vertiente de la comedia romántica de finales de los 50 y la década de los
sesenta.
Ambientada
en el histórico alunizaje del Apolo 11, en 1969, estamos ante una comedia
romántica. Al comienzo de la cinta observamos elegantes títulos de crédito con
material de archivo, jazz y otros eventos periodísticos en los años sesenta.
Scarlett Johansson —que también actúa en la película— es una publicista llamada
Kelly contratada para “vender la idea de que ir a la luna es un asunto muy
favorable para los Estados Unidos”. Es decir, para que la sociedad comprenda
que la idea de enviar al hombre al satélite es algo más que una propaganda
antisoviética.
Dirigida
por Greg Berlanti la película sin perder la atmósfera de los años sesenta y su
música inclusive, Kelly Jones y Cole Davis —el jefe del lanzamiento del Apolo
11 (Channing Tatum)— no pueden ser más que incompatibles. Así que entre instrucciones
de marketing y un cameo de ese viejo complot (de que todo fue un montaje sobre
el vuelo a la luna), estos dos personajes se unen, se apartan y pelean a cada
rato. Pero la moraleja es que toda emoción patriótica debe nutrirse de la médula
de lo real, que es, después de todo, el componente con que están hechos los
héroes.
No
es pues una gran película, pero nos permite aproximarnos a una época específica
de los Estados Unidos (cuando el presidente Nixon sobre todo) y a través de los
personajes observados en la pantalla, la película funciona
mejor porque, entre otras cosas, Johansson tiene ‘look’ de aquella época, 1969,
y el embrujo para este tipo de humor.