El domingo 21 de abril concluyó FICCI 2024 en su versión número 63. Con nueva gente al timonel para dirigir es festival (Alessandro Basile, su director, Ansgar Vogt, director artístico), todo parece indicar que el certamen en mejores manos no pudo quedar.
Al
margen de las secciones y sus filmes (algunos casos realmente interesantes), el
festival cerró con la película “In the summers”. Esta cinta que es dirigida por
Alessandra Lacorazza (colombiano-estadounidense queer) muestra la historia de
las hermanas Violeta y Eva, quienes cada verano visitan a su amoroso, pero
imprudente padre llamado Vicente, el cual es interpretado por el multi ganador
del Latin Grammy René Pérez J.
No
obstante, la película estrenada, lo que hay que resaltar es el tipo de cine que
se viene para los futuros FICCI. No es el hecho de citar películas y cineastas
colombianos, cine europeo y de América Latina, en esta nota periodística. El
público colombiano que asista al festival en los próximos años, tendrá que ir
acostumbrándose a este tipo de cine. Y lo que sí puedo casi que afirmar es que
quizá nunca lleguen a las salas de exhibición por la complejidad del asunto y
ese denominado cine de autor, del cual no estamos acostumbrados.
Para empezar, dos ideas que surgen de nuestro cine colombiano
(ese que nunca llegará a las salas de cine comerciales). Primera, a modo de la
avant-garde cinematográfica, hay una serie de películas que serán el reflejo de
su tiempo (“Carropasajero” o “La laguna del soldado”, por ejemplo). Y para ese
nuevo habitante de sala de cine, colombiano, recordar lo que dijo el fotógrafo
y pintor húngaro Moholy-Nagy, cuando aseveraba que “el analfabeto del mañana no
será aquel que no sepa leer o escribir, sino aquel que no sepa nada de
fotografía”.
Pero por otro lado, ese ser memoria-cine vincula
la realidad (“Estancia”, de Andrés Carmona, “El vaquero” de Emma Rozansky), no
obstante, no todas las películas colombianas del FICCI 2024 se muevan —a priori—,
bajo el interés de difundir el pasado o presente con carácter reflexivo. “Como
objeto de su tiempo, una película concentra información relevante que nos
acerca al periodo en el que se produce, aunque debamos tener siempre presente
que toda imagen técnica, a pesar de su aparente objetividad (…) no deja de ser
una representación de la realidad que responde a motivaciones estéticas,
ideológicas o culturales de su autor o comitente”
Y segundo, el cine es arte,
tecnología, medio de comunicación y asimismo un inicio de comprensión y
sensatez por ser un objeto de su tiempo que irradia, a través de un relato
visual, no solo temáticas establecidas, sino las ansiedades y desvelos de su contemporaneidad.
Tomo este punto de partida para mi análisis de la excelente película de la
cineasta Yennifer Uribe Alzate.
De
acuerdo a la política de autores desarrollada por la crítica cinematográfica francesa
de los años cincuenta, el cine de autor es un producto de la expresión personal
del director. Se examina y observan los influjos sociales,
disposiciones estéticas. También “miradas al mundo” y esas obsesiones de
algunos autores del cine moderno y posmoderno.
Otra
particularidad ya más bien estructural del cine moderno es el manejo del guion
o narrativa. Muchas veces el cine moderno apela por la narración de arte y
ensayo descrita por Bordwell (1996), estructura que se relaciona muy bien con
la otra gran contraseña del cine moderno, y que es la búsqueda de las
circunstancias intrínsecas del sujeto (“La piel en primavera”, de la colombiana
Jennifer Uribe).
En
la narración clásica según Bordwell (1996) o narración fuerte según Casetti y
Chio (1991), el protagonista es un héroe positivo con un carácter definido, con
metas y objetivos claros que logra alcanzar al final del film y trayendo mucha
complacencia al espectador y con una sensación de que en la vida todo es
posible. En este contexto parece que es demasiado previsible que no ocurra en
casi todas las películas que se observaron en la sección por ejemplo del cine
colombiano (“Yo vi tres luces negras” de Santiago Lozano, pero buena película
en su tono y puesta en escena).
Destacar
para terminar los tributos al cineasta iraní Asghar Farhadi (“Una separación”),
el cineasta colombiano Sergio Cabrera (“Ilona llega con la lluvia”) y la
realizadora de cine español Isabel Coixet (“La vida secreta de las palabras”).
Tributos merecidos por sus visones particulares del ser humano y de la vida
misma.
A
propósito de Sergio Cabrera. “La estrategia del Caracol” es una de las
películas más importantes de la historia del cine colombiano. El viernes 19,
esta producción tuvo un homenaje en Cartagena por motivo de su 30 aniversario.
Uno de los asistentes fue su propio director, Sergio Cabrera, quien contó que
la cinta tuvo un proceso de restauración digital (llevado a cabo por la
Fundación de Patrimonio Fílmico Colombiano) a partir de una copia positiva. ¡Recuerde
que el cine nunca tiene vacaciones!
Gonzalo Restrepo Sánchez
De las Heras, B.
(2022). Cuando la forma se convierte en fondo. La avant-garde cinematográfica
como reflejo de su tiempo, Hispania Nova,
1 Extraordinario, pp.13-40. DOI: https://doi.org/10.20318/hn.2022.6973