Muchos al igual que mi
persona habrán visto el primer filme de los cazafantasmas (pasó a la historia
como un éxito comercial), y si bien, en esta oportunidad tenemos la oportunidad
de verlos de nuevo, la verdad la película no evoca la sensación de aquella
primera vez y sus protagonistas persiguiendo fantasmas.
“Cazafantasmas: Imperio
helado” recobra los líos con la municipalidad (un gag repetido de la saga, si
bien, sin vaticinios apocalípticos) y con ellos a un William Atherton que es,
de largo y junto a Bill Murray, lo más considerable del filme. Tira igualmente
de una existencia lovecraftiana, y cuyo diseño apuesta por la iconografía
disneyana (el segmento ‘Noche en el Monte Pelado’ de ‘Fantasía’) pero que no discreparía
en el imaginario de los seguidores de la saga.
Y en otro orden de
ideas más atractiva quizá de esta nueva entrega, totalmente ambientada en Nueva
York y dirigida por Gil Kenan (coguionista de la anterior y director de Monster
High), está sin duda en el amago de romance de Phoebe y una atractiva fantasma
adolescente. De todas formas también se observa a Aykroyd quien se dedica a
estudiar a los reposeídos, Murray surge en los instantes justos con su arma de
protones en ristre, el personaje de Paul Ruud está más proclive en ser un buen “papá”
adoptivo que en aprisionar ectoplasmas, no hay lugar para el Harold Ramis (digitalizado
de la anterior película), y hace acto de presencia el paquistaní Kumail
Nanjiani transformado en el maestro del fuego. Y las criaturas del otro mundo a
combatir.
Total una película un
tanto floja en su montaje inclusive, pero que todo valga la pena por seguir
viendo a nuestros héroes.