domingo, 11 de febrero de 2024

Ferrari



Un log line para este filme sería: verano de 1957. El expiloto de carreras Enzo Ferrari está en crisis. Y con este premisa podemos decir que esta cinta del destacado director Michael Mann —“El último mohicano” (“The Last of the Mohicans”, 1992: “Heat” (1995) —, permite el paradigma de cómo un cineasta puede aprovechar un retrato real, para hablar de la vida del fundador de la escudería de coches. 


Dada su filmografía, Mann abdica a cualquier arresto de condición narrativa para acomodar una vaga y exagerada proximidad a la vida del fundador de la escudería de coches. Estamos ante un buen filme en término general y bien planteado la metáfora de que nada vale la pena para acelerar las cosas de la vida.

En su sentido exacto, no es una película biográfica. La historia parte del año de 1957, en el que la vida tanto familiar como industrial del ya viejo patriarca Ferrari se halla en un punto decisivo. Y es con la pérdida del hijo reciente, que el protagonista se ve en la disposición de traspasar su imperio a un mejor oferente (Fiat), a la vez que el otro hijo (fuera del matrimonio) solicita su lugar en el mundo. Todo se solventa en una carrera (la Mille Miglia) que transita toda Italia y en la que se verán las caras la marca del cavallino rampante y Maserati.

En lo cinematográfico, Mann pone su impronta y entre líneas deja el diseño de un evento como las carreras de autos cargada de emoción por momentos, y mesura del señor Ferrari. Prudencia en el orden de no ser desmedido, y la potestad para ubicar al espectador al lado de cada situación emocional. En primera súplica —y por el prólogo en blanco y negro—, podemos pensar que la puesta en escena, es igualar (al menos es la intención) la realización de las antiguas carreras de autos en los años cincuenta, y que se transmitían con filmadoras sujetas a un eje que realizaban esos barridos sobre cada distancia del circuito. Aunque queda bien evidente que el director Mann emplea dos elementos válidos: los drones (para tomas desde arriba), y emplaza la cámara a los autos para brindar imágenes subjetivas, muy válidas para esta visualización de los coches en carrera.

Desde mi punto de vista si no es la mejor cinta de Mann, si reconocemos en su impronta como realizador, todo su talento, para dejarnos respirar, negando la espectacularidad que de pronto intuimos, pero no.