De entrada debo reconocer que entré con buena disposición
a ver la reciente película de Trueba y Mariscal, y ordenando un poco las ideas,
varias cosas al respecto: primero, los cineastas repiten la fórmula creativa de
“Chico y Rita” (2010), donde los dibujos animados sirven para que a modo de
documental, nos narre y en flash back sobre la desaparición de un famoso pianista
de la Bossa Nova brasileña Tenório Júnior (pianista habitual de Vinicius de
Moraes).
Las uniones entre géneros, formas y hasta formatos diferentes
en el cine contemporáneo están bajo el criterio de disruptividad —casi siempre
para bien—. Acerca de la expresión documental de animación, empezó —y creería
se puede verificar con “Vals con Bazhir” (Ari Folman, 2008), y con seguridad
alguna que otra cinta más. Después de esta acotación, “Dispararon al pianista”
también podríamos señalar que es un filme de ficción animada sobre un
documental político [la denuncia de la Operación Cóndor, el plan oculto de seis
países suramericanos para establecer dictaduras con favor de la CIA] –musical [muchas
referencias importantes de músicos y estilos] e intriga criminal.
También puede escribirse sobre la investigación y el periodismo
en el cine. El trabajo de los cineastas españoles deja muchas lecciones. La
sociedad es una colectividad viva que está asiduamente en contacto con el cine
y el periodismo, mediando entre sí. Al fin y al cabo, la disposición natural del
séptimo arte y el cuarto poder es encarnar fielmente un trecho de la realidad.
Y para propios y extraños sobre un tema en particular el cine es una opción
para estar al tanto. En mi caso particular, como dijo el director de cine
español Gutiérrez Aragón (2004): “Pertenezco a una generación que todo lo
aprendió en el cine: las primeras palabras de amor, el primer beso, la primera
huelga…”. Todo un bagaje experiencial dispuesto para el aprovechamiento del
espectador (p.5).
¿Dónde está la eficacia del filme? Sin un sugestivo
inicio que permita conectar, todo está en lo que subyace por debajo de las
imágenes con la musicalidad evocadora de un tiempo y lugar, y los punto de
vista, sin coartada alguna ni súplica de solución. Y más allá de lo ideológico,
la película y el objeto del relato, es la finalidad de un protagonista omnisciente y
la galería de personajes con los que se relacionó y que durante el tiempo de
proyección lo sentimos.