“Coup de Chance” lo reciente de Woody Allen es una
entretenidísima comedia negra, que de alguna manera nos recuerda su filme “Match
point”. El cineasta neoyorquino a través de Fanny (Lou de Laage) y Jean (Melvin Poupaud) —un millonario inversionista
que había edificado su fortuna sobre el contravención y la transgresión—, y Alain
un compañero de colegio y que se cruza en el camino de ella, nos plantea muchas
cosas en un París —Allen rodó en la ciudad luz “Medianoche en París”—,
que merece más que un golpe de suerte.
En este sentido la película se percibe agradable, pues
no tiene saltos dramáticos, y sí muchas ideas sobre las relaciones en pareja y
aquellos deslices y aventuras [“Closer” (Mike Nichols, 2004)] que son paréntesis
que de alguna manera forman parte del diario acontecer.
La infidelidad es grotesca y
punzante, y puede ser traumática para muchos individuos, pero se vuelve atractiva
y mueve la curiosidad. Además de que es una sensible forma de ver más sobre el
tema, y las motivaciones que nos llevan a traicionar a una pareja y el carácter
con el que combatimos con todo eso.
Con la iluminación de Storaro y algunos planos
estáticos y otros planos secuencia breves, el asunto va de la ironía y no solo
entre Fanny y Alain en la historia, sino en su discurso. Woody Allen siempre se
sale con la suya y en santiamén nos pone en medio de gente rica (con el jazz
como música extradiegética) lo que realmente significa tener suerte en la vida. Las
paradójicas circunstancias y los diálogos con la usual sátira y sarcasmo se suceden
en la pantalla como una exhalación (algunos con más gracia que otros), pero
siempre con la propósito de sacar la expresión de asombro del público a través
del requerimiento a su inteligencia, impugnando en todo instante, el humor de
brocha gorda.
Nunca ha desprovisto gran cosa Woody Allen para echar
un vistazo en su entorno, le basta con la agudeza y el sentido del humor para referir
lo que ve, o concibe, y en esta película con apenas cuatro interlocutores y un ocurrente
“índice señalador” formula una historia desvergonzada, desembarazada, y asimismo
sentimental y terrenal. ¿Por qué el hombre o la mujer caen en la infidelidad
por “casualidad”?. Esa es la cuestión, y Allen (angelito él), no da una respuesta
concisa, pero sí lo sugiere por todo aquello a lo que el cineasta titula como “Golpe
de suerte”, o un garrotazo. Concurrimos entonces, salvada la disposición
desordenada y el irrevocable colapso posterior de la relación entre ambas
personalidades, que la vida es un asunto serio.