“Arde Notre Dame” es una película dirigida por el
cineasta francés Jean-Jacques Annaud. La dramatización del incendio de
Notre-Dame de 2019 tiene un enganche estable y registra las aproximadamente 12
horas que duró el incendio con (creería) todos los detalles.
Annaud custodia todas las cosas de un desastre con
agilidad e inteligencia. Además, con un elenco de personajes (bomberos,
guardianes de iglesias, clérigos, inclusive el propio Emmanuel Macron, que da a
la película su interés), no obstante, los diálogos resultan por momentos hasta
tontos. Y el público parisino, capturado a través de imágenes de archivo de
noticieros, facilita un telón de fondo verídico. En este semblante hay algunos datos
sugestivos sobre las propias técnicas de extinción de incendios.
Notre Dame la estrella de cine de 850 años con admiradores
internacionales, un miserable tenaz en forma de llamas que se extienden, además,
de los héroes valerosos que salvan vidas para ganarse la vida pero a quienes,
aquí, se les demanda que preserven la integridad estructural de la catedral;
son los protagonistas de un sencillo filme pero cargado de emociones generadas,
entre otras, por reliquias religiosas de valor incalculable: una corona de
espinas que se cree que es original de la Crucifixión y un clavo de la Cruz.
Sabemos cómo termina la historia: la catedral sigue en
pie, las reparaciones prosperan y nadie sucumbió. Pero Annaud, coguionista con
Thomas Bidegain (recuerden la famosa “La Famille Belier” y que tuvo remake)
ofrece por momentos un filme lleno de suspenso innegable ya que los bomberos no
tienen idea si la edificación, debilitada por el calor y el agua, colapsará o
no, llevándose consigo a muchas estructuras cercanas.
No es que sea la mejor película de Jean-Jacques Annaud,
recordado por muchos filmes —“El nombre de la rosa” (1986), “El amante” (1992)
—, pero entretiene. Su puesta en escena tiene muchos clichés, pero la ambición de Annaud para
imágenes apasionantemente categóricas, son suficientes. Interesante película en
el sentido de observar lo cerca que estuvo París de tener despojos en su núcleo
urbano, en lugar de la icónica estructura gótica a la que el jorobado de Víctor
Hugo llamaba hogar.