Muy poco el cine de América Latina logra llegar a
nuestras salas de cine, y el problema es el mismo de siempre. Es más, ni con
premios de festivales de cine importantes, se logra motivar a muchas empresas
distribuidoras y exhibidoras.
Justina y Alexia, madre e hija —existen en realidad—,
y su historia es fidedigna. El cineasta argentino Benchimol que las conoció
hace siete años, las filma asignando otros criterios en el contexto del relato
y dramaturgia. De hecho, el protagonismo de la vivienda es decisiva ya que opera
con una condición espontánea sobre los dos interlocutores, forjando que, en
esta tal vez forzosa coexistencia, las relaciones entre madre-hija sean muy diferentes
a lo que acaecieran en otro argumento, en otro espacio.
Al comienzo de la película, Benchimol orienta su
cámara y lente detenida en un pasadizo de la casa —al son de la partitura de
José Manuel Gatica que mezcla melodía clásica moderna y jazz—. Primero, entra
en el encuadre un gato, seguido de Justina, a quien a su vez, le persigue un dócil
cordero negro. Ella abre las cortinas y la luz entra plétora, poniendo en
evidencia interiores que alguna vez florecieron pomposos y que ahora se están destruyendo.
“El castillo” centra su eje principal en la relación
madre e hija, en la ambición de Alexia de evadirse de ese recogimiento impuesto
por su mamá, quien no logra dejar ir las relaciones de clase que impone una
sociedad. Aunque salta a la vista que ella bien podría vender su residencia.
Con base en lo anterior, surge un evidente conflicto. El
social y todos sus aspavientos. Claro que todo se desenvuelve en una interesante
metáfora sobre las barreras sociales en Latinoamérica, y que son mucho más que únicamente
el dinero. Así que con un ritmo impecable, “El castillo” a modo de típica
comedia nos lleva a un cosmos a la vez frívolo y fantástico.
Pero también podemos decir que es un filme intimista y
que todos deberíamos de ver. Son muchos los mensajes, y que el cineasta los
convoca y rueda durante esa visitas de familiares y que el director rueda con
una sutil y fina ironía. SGA