domingo, 9 de abril de 2023

Terezin

 

Este es un filme  italiano del cineasta italiano  Gabriele Guidi, múltiples lecturas. Desde lo que supuso el mismo gueto de Terezin (reunió entre los judíos deportados a un gran número de compositores, pintores, escultores, poetas y escritores, alma y corazón de la cultura centroeuropea de la época). Pero también [y es la historia], a niños jugando al fútbol, pintando acuarelas, haciendo partidas de ajedrez. Así salían los judíos en la película que rodó para las SS Kurt Gerron, semanas antes de ser enviado a la cámara de gas. Al final de la II Guerra Mundial, cuando el Ejército Rojo liberó el primer campo de exterminio, los nazis rodaron el documental, cuyo título era sobre el campo de concentración de Terezín (Theresienstadt) [solo se ha encontrado un tercio del metraje]. La idea era mostrar que el ambiente de sus prisioneros era tranquilo e idílico.

Pero mi punto de vista en este análisis, es la música y sobre los músicos allí en el gueto. Y es que cuando Victor Hugo sentencia: “la música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio”, Estamos ante un cinta amorosa, en medio de las dificultades de sus personajes protagonistas. Y es que la música de los maestros [y aun la extradiegética] siempre permite que la vida sea más placentera.

Y es que la arquitectura emocional de la película no es que ponga en segundo plano otros aspectos de la película como tal, es que la psicología del lugar-música nos hace deliberar en esos simulados universos labrados por los alemanes [si bien, los maestros de música se sentían felices frente a ello] para falsear la realidad verdadera de los presos judíos.

Esto conlleva a la reflexión de como la música cambia la naturaleza fílmica, en una disgregación de realidades y libertades, esas que quisieron [ocultar] mostrar los alemanes como la placidez de un sitio, donde el libre albedrío brilla precisamente por su ausencia. De manera que el cineasta Guidi en una puesta en escena sobria, sin saltos en un relato cargado más bien de deseos del alma, señala “las pisadas” que el mismo paso del tiempo no ha podido borrar dejando sin más, eso sí: el eco de la vida.

Excelente película pues que debería ser de obligada visión, por todas las enseñanzas que deja. Esos dos mundos contrapuestos, el del pasado que se quiere dejar atrás [la prisión], y el del futuro incierto [la música que se eleva a los cielos] al que se enfrentan los personajes [Antonio y su amada compañera]: son siempre ejemplos de las grietas de la historia de la vida misma.