Pienso que los miembros de la asociación de prensa extranjera
en Hollywood en esta ocasión no exageraron con la película “The Banshees of
Inisherin” (“Almas en pena de Inisherin”, de Martin McDonagh, quien también
escribió el guion y que está basada en su propia obra teatral) en nominarla a
ocho “Golde Globe”. Es una película casi una obra maestra, que en una historia
a la larga campechana, sobria y sin complicaciones dramáticas, nos pone a
reflexionar sobre la amistad y la condición humana.
Y el filme si bien es para cometer spoilers, no da
tregua para hablar de asuntos estrictamente cinematográficos, sino de lo que somos
los seres humanos así estemos rodeados [o no] de afectos. Y sin que sea un
viaje al sombrío proceder humano, para quienes conozcan a Hjalmar Söderberg y
su novela “Doctor Glas” (1905), existe una cita como punto de partida a mi
análisis. “Queremos ser amados, a falta de esto admirados, a falta de esto
temidos, a falta de esto odiados y despreciados. Queremos suscitar en los demás
alguna especie de sentimiento. El alma aborrece el vacío, y quiere tener
contactos a cualquier precio (p.48).
Interesante película pues que en su discurso
básicamente pone el dedo en la llaga al tratar decretar “donde está la amistad”,
y de eso trata este análisis. En la medida en que se va desarrollando la idea trascendental
de la cinta a través de dos habitantes [uno encarnado por Colin Farrell y otro
por el actor Brendan Gleeson] de una
diminuta isla irlandesa y quienes han sido amigos íntimos toda la vida. Lo
primero que surge de mi alma es si realmente existe la amistad conforme la
concebimos hoy día, y como paradigma, además.
Esta es la reflexión final de la película y que dejo a
su consideración. Y hay que empezar por mencionar a Sócrates. Para los insignes
y nobles griegos, el hecho de tener numerosos amigos, en vez de ser un elogio o
un distintivo de prestigio, era una sospecha de “debilidad del ser humano” [aunque
usted no lo crea]. Acerca de este testimonio e ideología griega. Los “amigos”
debido justamente a la imperfección del mismo ser humano, siempre están “privados
de algo” y son —sin que sea un valor peyorativo—: no autosuficientes, truncados,
imperfectos, ni buenos en sentido absoluto. Entonces, al observar en “The
Banshees of Inisherin” a dos amigos de toda la vida, Pádraic y Colm. Uno de
ellos [Colm] anuncia de repente que ya no será amigo de Pádraic y toma su “correcta
decisión” [no obstante nos cueste creerlo emocionalmente] de dejar precisamente
esa amistad [que según los griegos, insisto, establecida como posible causa de
la fragilidad o debilidad del ser humano].
Pero
esta contradicción argumentativa, nos lleva precisamente a valorar la necesidad
de esa amistad [no serlo en un momento de la vida].
De
todas formas, en la película Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell), el más joven
de los dos, es un tipo pacífico y humilde que no le exige mucho a la vida y le
da textualmente eso a cambio. Para él, La amistad se relaciona con la virtud. “[…]
la amistad es una virtud o algo acompañado de virtud” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1995). De lo
contrario. “[…] sin virtud no puede haber amistad bajo ningún concepto”
(Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1995).
Una persona virtuosa es bienhechora, hermosa, y encanta a los demás.
Eso
es lo que hace brillante a la película, que en nuestro interior nos obliga a
revalidar nuestros conceptos sobre la amistad. Siempre he escuchado la frase “un
amigo sincero”, y considero que resulta ser una tautología, pues el amigo de
por sí debe serlo. La persona buena consigue observarse a sí mismo en su amigo,
ya que ve en él un bien. Los amigos bienhechores son similares entre ellos por
la naturaleza. Según Aristóteles, “una especie de segundo yo” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1995). Un buen amigo,
siendo “un segundo yo”, a la par “desea” serlo. Estamos pues frente a una tragicomedia enternecedora en la
que el afán de libertad tolerante, pero testaruda de un hombre, libera una
serie creciente de desagravios que solo pueden acabar en una inmolarse a sí
mismo