Llega a la cartelera local “Black Adam”, un film
blockbuster cuyo único fin es entretener un fin de semana y salir de todos los
problemas. Un trabajo derivado de los cómic y superhéroes, que va a recaudar y
con creces su inversión, pues es al margen de todo, es un guion bien elaborado,
y tiene además un diseño visual cargado de imaginación y exactitud, y con un despliegue
de una colorimetría arrolladora. Y de la acción trepidante, ni hablar.
Black Adam es Dwayne
Johnson [el ex luchador de la ya lejana “The Rock”] y está construido en una
escala totalmente incomparable a la de todos los demás en el universo de DC.
Pero permítame un poco de spolier. Cansados de vivir en un estado de opresión, un grupo
de rebeldes liderados por Adrianna (Sarah Shahi) buscan una corona legendaria
hecha de Eternium. Y si bien es una película independiente dirigida por
supuesto hacia los adolescentes, desde el inicio de la proyección, su comienzo
deja entrever qué va a pasar más adelante.
“Black Adam” es pues básicamente un ser inexpugnable,
cuyo surgimiento de un aislamiento de 5000 años, hará entrever su carácter,
contando además, con la intervención de emergencia por parte de la “Sociedad de
la Justicia de América”, o JSA, que envía a cuatro glorificados para contener
la situación en Kahndaq, el país ficticio casi egipcio donde se desarrolla la
película: Hawkman (Aldis Hodge, brusco), Atom Smasher (Noah Centineo), Cyclone
(Quintessa Swindell) y Doctor Fate (Pierce Brossnan).
Si
“Black Adam” exhibe mucha más acción que la mayoría de los filmes de DC, aglutinando
en su exposición una serie de escenarios que de una forma u otra evocan a mi
entender, una secuencia [al comienzo] similar a “Tomb Raider” en la que
Adrianna y tres compinches buscan una cueva. Igualmente existen otros guiños
cinéfilos que no contaré y que de seguro usted descubrirá.
Con
un aspecto completamente pesado, [alto, cuello grueso, “duro de tumbar”],
Johnson no solo levita, sino que las balas rebotan en su cuerpo. El director de
la película, el español Collet-Serra, se observa ha estudiado todo, basando su
estilo visual en los trucos favoritos de películas más originales. Las razones
serían múltiples. Una a mi entender y desde la cinefilia, no tomarse en serio
las películas que se derivan de historietas y de dispositivos negligentes.
Llegados
a este punto se hace necesario contextualizar algunos conceptos, como el de narrativa
transmedia. De Prada (2020) afirma: “acuñado en 1991 por la académica Marsha
Kinder de la Universidad del Sur de California, aunque popularizado por Henry
Jenkins en su obra Convergence Culture: La cultura de la convergencia de los
medios de comunicación. Para Jenkins el transmedia es la suma de la estrategia
de la industria y las tácticas de los usuarios o el resultado de la tensión
entre el canon y el fandom. Son en resumen aquellas ficciones que trascienden su
medio, por ejemplo del cine al cómic o del cómic al cine, creando un corpus
narrativo complementario y permeable. La narrativa transmedia se nutre de las
creaciones de autores que trabajan en un medio determinado, llamado nave
nodriza por Jenkins” (p17).
Para finalizar con “Black Adam”, una presentación debidamente
excelsa, donde el imaginario del espectador saldrá gratamente complacido tras
dos horas y algo más de proyección. La idea de un superhumano que lucha por su pueblo abrumado,
asimismo es sólida y un reto atrayente para los superhéroes moderados. Es
posible que “Black Adam” no mejore su mundo, pero muestra el potencial para
sacudir el Universo DC en formas que aún pueden tener éxito al unir compendios
y corpus dispares.