sábado, 24 de septiembre de 2022

Don't Worry Darling

 



La pareja de matrimonio conformada por Alice (Florence Pugh) y Jack (Harry Styles) tienen la suerte de vivir en la comunidad idealizada de Victoria [y todo muy bien organizado]. Pero más allá de esta cálida apariencia y ubicada en los años cincuenta, es un thriller psicológico y distopía [feminista, si se quiere]. Y es que Alice de pronto, comenzará a transigir breves trastornos mentales, desde algunos déjà vu triviales, pero misteriosas alucinaciones efectivamente embarazosos.


Con alguna evocación a El show de Truman (Peter Weir, 1998), la película de Olivia Wilde que hoy nos ocupa, si bien en el primer tercio habla de la importancia del consentimiento bilateral para llevar a cabo una vida feliz, de pronto Alice y como manera de zanjar con cualquier equívoco que pudiera germinar en una situación descubierta, ya sea ejercida bajo el uso de la razón o no, termina involucrada con aquella fina línea que separa la realidad-irreal, de lo real verdadero. De esto habla la película, de vacíos de existenciales [y no tanto], difíciles zonas grises a las que se pueden agarrar los pensamientos instigantes, cuando no se puede explicar si hubo o no algún evento a dilucidar. Y si la verdad cómo una única realidad universal puede ser contada o distorsionada; llegando a convertirse en relativa, sin que se llegue a saber a ciencia cierta qué está sucediendo en realidad.

Basada en un guion original, su escritura realiza un correcto trabajo de construcción de sus personajes, haciendo que al asistente a la sala de cine se cree una imagen muy despejada de cada uno de ellos, si bien con sus luces y sombras. Así sucede, sobre todo, con el protagonista masculino, un joven y brillante profesional, de quien pronto comenzaremos a dudar sobre cual es realmente su fachada Aunque la primera imagen que nos llevamos es la de un joven sensible y feliz.

Película pues buena en términos generales, una historia muy atrayente y necesaria, sazonada en dilemas morales, y creadas para formar discusiones, aunque no para encendidos debates. Y es que si el espectador se ve de pronto enfrascado en una estructura anti narrativa, la cual irá avanzando con base en las decisiones tomadas por algunos personajes [cuyo rasgo vital es la vaguedad moral]. De todas formas, si al final siente que le faltó algo a su percepción final sobre el filme; recuerde que las narrativas hoy día tienden a tener un final abierto y se corresponden claramente con la visión del director, yendo de la mano con la ideología que estructura la historia.