domingo, 10 de julio de 2022

Crimes of the Future

 

La película “Crimes of the Future” [cuyo título es reiterado, ya que el director canadiense lo utilizó en su segunda película estrenada en 1970] parece lucir con más orgullo su genética cronenbergiana. Y es que el director de cine David Cronenberg a raíz de la reciente restauración de “Crash”, tenemos la oportunidad formidable de observar una de las películas que mejor especifica el legado del cineasta.

Respecto a su flamante “Crimes of the future”, presentada en el reciente festival de Cannes 2022, no es ajena a todas las ideas que, según el cineasta, “identifica” al ser humano y que nunca deja de ahondar en el terror profundo a perder el control sobre lo que llevamos dentro y aquello que nos iguala o nos invalida como seres humanos [por ejemplo, la escena entre muchas otras, la de “escuchar” (nos), en el primer tercio de la cinta, y que se refiere a la danza del hombre lleno de orejas por todas partes, sería una de las claves en este lectura].

Y es que si con la llegada de la postmodernidad que reemplazó una percepción absoluta de la realidad por una relativa que es creada, fabricada y producida por el mismo hombre, según el contexto en el que se encuentre; el cineasta —autor de “Scanners”, “eXistenZ” y “Videodrome”— tiene claro que el cine de género(s) es el que “rasga” cuestiones que en principio no deben ser fragmentadas, y en las cuales el cineasta apoya toda su ideología, pero a través del personaje Saul Tenser (Viggo Mortensen). Un afamado artista performance, que escenifica [fíjese usted] las mutaciones de sus órganos en espectáculos.

Película pues que cargada de diálogos, ostenta lo que denomino “un acto de subversión redentor”, que manejado a la extravagancia [a lo mejor sin conciencia], muta a mi entender malignamente en herramienta de sumisión la incógnita de ¿para uno mismo? Pero tampoco es una idea novedosa. De acuerdo con Fromm (2007) con la llegada de la Ilustración nace la noción de un sujeto autónomo capaz de dar cuenta sobre sí mismo. Este conocimiento sobrellevó a que en la modernidad, el sujeto esgrimiera sus características propias en beneficio de su realidad exterior, es decir que sus conocimientos y recursos tanto físicos como intelectuales, debían responder a las parquedades sociales del momento, que en la película es la metáfora y el cosmos habitado por la enigmática Caprice (Léa Seydoux) y Saul Tenser (Viggo Mortensen).  

Con respecto a Caprice (Léa Seydoux), la compañera y socia de Tenser, en ese universo donde el tormento del sufrimiento pareciese desaparecer, no es otra cosa que afirmar la alegoría del ser humano que deambula eternamente entre lo dotado de belleza, lo maligno y hasta la tecnología. Por consiguiente, como indica Gergen (2006) la saturación social, o intercambio masivo entre culturas, genera que el sujeto tenga una multiplicidad de modelos de vida entre los cuales debe seleccionar, en vez de dirigir su comportamiento espontánea y auténticamente [parte final del filme]. Ante cuerpos enfermos y transformados para Cronenberg [y es lo que intuye el habitante de la sala de cine], dicha tecnología es una bifurcación de nosotros mismos [desde el punto de vista semiológico es lo que se denomina prótesis simbólica, y no una personificación del carácter humano].

Cronenberg no deja ninguna duda de su cine [casi siempre repugnante]. Un guion que ofrece un variado y diverso estudio del cineasta en lo que respecta a diferentes etapas de su filmografía: thriller, “body horror”, acompañada además, de agravios metafísicos a través de los diálogos de los personajes, evidenciando una asiduidad de su demencial credo. Lo que ha aprehendido Cronenberg a sus 79 años, no puede ser otra cosa que: “insolencias abstrusas”, conclusión para un cinéfilo normal y corriente, si bien, en los festivales de cine es aplaudido.

De manera pues, película capaz de medirse sin desafinar con otras obras suyas “esculpidas” en el celuloide. A mi juicio una conspiración “neonoir” [esgrime gran parte de los elementos del cine negro, pero que alterna argumentos con contenidos reales y presentes] descargando dispositivos en el relato y la misma historia, aferrándose a la banda sonora de Howard Shore.

Referencias.

Fromm, E. (2007). La vida autentica. Paidós.

Gergen, K. (2006). Del yo a la relación personal. En: El yo saturado. Dilemas de identidad en el mundo contemporáneo. Paidós.