Al cineasta Daniel Espinosa no terminan de acomodarlo en el cine que hace. El director sueco de origen chileno, que ya tiene un amplio recorrido en el denominado cine de acción, de intriga [y hasta de ciencia ficción], entra sin vacilación en el universo Marvel como 'spin-off' y con indiscutibles propósitos de abrir una saga con el personaje de Morbius, el doctor Michael Morbius, un bioquímico con una rara enfermedad en la sangre.
Decía que la crítica no termina de acomodarlo en el buen
cine a la larga que realiza. Y las razones obedecen más quizá a un cine que
pretende ser más comercial. De todas, formas su reciente película con algunos clichés
del cine de multitudes, también evidencia en su discurso fílmico aspectos
interesantes. “Morbius” antes que nada, con si final abierto, habrá que esperar
en que termina toda esa situación que aparece sobre todo con su mujer amada.
Aunque la película no conviva con una línea de diálogo
que explica en abundancia las intenciones del relato y del personaje Morbius,
el tercio final del filme es un momento fundamental, pues en él reside la
clave. Alguien que no es malo, pero que lo es en cierto modo, y que a la larga
posee un corazón con justicia y que termina por platearse en que acabará su
vida, l personaje zigzaguea entre lo que es y no es una tortura.
Un héroe diferente que mantiene el interés del
espectador y las mejores escenas son aquellas en las que lucha contra el mal,
siendo él a su vez, una encarnación de ello. De manera que el cineasta deja un
epílogo muy ambivalente [y me parece acertado] pues el personaje y su sugerente
acabado visual acabará por que el espectador de cine termine aceptándolo con
todos sus errores.
No hay mucho más que analizar, pues como habrá secuela,
uno pensaría que se entra en otro ecosistema
de supervivencia. Por lo pronto un entretenido filme que a veces asusta,
pero a veces no.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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