viernes, 25 de marzo de 2022

"La roya" del cineasta colombiano Juan Sebastián Mesa

 

“La roya” es la reciente película de Juan Sebastián Mesa que pasó por FICCI 61, en la inauguración del certamen cinematográfico de Cartagena de Indias. La historia es bien sencilla: Jorge vive en una finca cafetera en medio de un selvático lugar alejado de la ciudad. Él es el único joven que ha decidido quedarse en el campo y recolectar café [y que nadie quiere recolectar, afectada además, por una fuerte plaga].

Cuando en el último tercio del filme, el perosnaje Jorge confronta de nuevo la ciudad, es cuando surgen las reflexiones entre el hombre, el campo y la ciudad. Digamos en un principio que la película codifica la posición social y personal [generada por el contraste ciudad-campo]. Con estas señas, Mesa construye una película que se detiene a no perder de vista que es lo que realmente satisface el alma del individuo. Y más allá de una puesta en escena [sin angulaciones extremas y largos travellings] y especialmente en la primera hora del largometraje, el cineasta de pronto, en la identidad genérica del drama, nos invita a que la observación y el diario sentimiento más verista y sin estallidos románticos; nos permite que celebremos la maleabilidad expresiva del medio que se habita.

A lo mejor la película evoca una emoción donde lo que una vez fue, ahora es huella muerta en paisajes urbanos que conocieron los años de primavera y ahora, hacen volver las miradas a mi pasado más reciente. La historia de Jorge es la radiografía pues y un ejercicio de expiación de géneros, y sin ser llevados al límite de las disposiciones clásicas [y convencionales]. Asimismo, reflejan a un cineasta muy cómodo en ese encuentro entre el campo y la ciudad, siempre con una cámara que sabe determinar el movimiento psicológico de sus personajes en cada secuencia observada.

El cine nunca ha estado ajeno a este tipo de historias. Viene a mi memoria, el director estadounidense John Ford, quien adaptó al cine la novela del escritor John Steinbeck, “Las uvas de la ira”, en 1940. El libro se publicó el mismo año de la producción de la película. Dicha premura solo puede ser entendida si cavilamos en Hollywood y en sus grandes y poderosos estudios sin lugar a dudas.

Si para nosotros el cineasta John Ford intentara desprenderse de una supuesta conciencia de clase con sus declaraciones, es imposible contemplar “Las uvas de la ira” y no centrarnos y emocionarnos en esa evolución que sufre la familia Joad y demás seres humanos en similares escenarios [desde la discrepancia y decepción, hasta ese desencanto y lucha, acabando por la toma de conciencia]. La que toma Jorge en ese mismo camino metafísico, si se quiere ver así.

Sin necesidad de recurrir a complicados artificios, el cineasta Mesa se sale con la suya: al mismo tiempo que sentimos la soledad; nuestro personaje no experimenta una desconexión con lo propio, con lo que siempre ha pensado como suyo y tratado como tal. A modo de conclusión “La roya” es la metáfora de la tierra prometida, y un joven que logra entender la fuerza de su interior, y que todos poseemos en ese pedazo de una alma formidable. En definitiva, percatamos de que un hombre no sirve para nada sin esa toma de conciencia que adquiere a fuerza de observar la realidad verdadera y proseguir su camino