Un excelente thriller español que con el crédito de
Luis Tosar y sin mucho preámbulo es signo de garantía —un actor que mueve el
torniquete sin lugar a dudas— y que en esta oportunidad hace de Mario, todo un
hombre en apariencia ejemplar. De todas formas, ya el título del filme parece anunciar de qué
va el asunto en su parte ideológica.
En el primer tercio del filme se dan todos los
elementos de lo que podrá acontecer ya que el espectador tiene tantos interrogantes
que le hacen fijar la atención en cada fotograma. Y es que el filme plantea sin
reparo alguno que la indulgencia, la venganza y hasta el perdonarse a sí mismo,
son las decisiones emocionales a reflexionar.
El lienzo del relato empieza con la llegada a un lugar
geriátrico de Antonio Padín, un valeroso capo del narcotráfico venido a menos
por la vejez y un mal degenerativo. En este contexto dos intrigas secundarias y
tres universos para su descripción: la tranquilidad del geriátrico, la agitación
entre bandas de narcotraficantes y al asunto meramente ético (si nos referimos
a Mario).
Buen filme pues que plantea con toda claridad su
título, y es que si bien no hay que desearle la muerte a nadie, el que a hierro
mata, a hierro muere. Es pues este el tratamiento de una venganza y una intriga
que en el logro de ello, amerita a su cineasta Paco Plaza la excelencia en su
puesta en escena.
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Gonzalo Restrepo Sánchez