Mati
Diop de Senegal dirige este filme ganador este año en Cannes con el Gran Premio
del Jurado. La cineasta, ha trabajado de ambos lados de la cámara: como
actriz (“35 Shots of Rum”) y escritora —y cineasta— de cortometrajes. En esta película sobre un amor imposible y fantasmas —primera película dirigida por una
mujer de color en competir en la Sección Oficial—, deja su impronta y sabiduría,
aunque deberá aprender más para sorprendernos.
Con
actores no profesionales, vale la pena señalar y descubrir a la joven Mama Sane
en el papel principal, destacándose precisamente por aquello que no se ve pero
se siente; aunque los valores psíquicos del filme en sí, son un tanto superficiales.
Ambientada en Dakar, el filme tiene un mundo muy propio, aunque algo desigual
en su relato en general, pero que no resta ante ese lirismo del que habla la
crítica europea.
Con
un primer tercio del filme poco apurado en los asuntos amorosos y casuísticos
de los personajes, nos introducimos algo en ese cosmos sorprendente de África sobre
lo oculto. Excelente filme pues a pesar de las malas críticas europeas, donde un
personaje femenino como Ada, es todo lo que se puede expresar del universo fantasmal
ante el psicoanálisis o a la propia naturaleza de su huella.
Concluimos
pues que con el tono general de la cinta, mantiene un filme un tanto particular,
aterrador y colmado de la añoranza de Ada. Con muchas escenas nocturnas —iluminada
por Claire
Mathon para "ocasionar muchas sombras azules y rojas"— son sutilmente válidas
teniendo en cuenta el cosmos en el que involucra el asunto: “algunos recuerdos
sirven como presagios”.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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