Elio (Chalamet) se enamora de Oliver (Armie Hammer) y
necesita decidir cómo va a administrar el resto de su vida. Así de sencillo es
esta historia de amor homosexual que imprime a los asistentes, alguna que otra
reflexión sobre el amor cuando aparece sin mucho esfuerzo y por primera vez
para un adolescente.
Y es que la película —hablada en varios idiomas— sin
mucho esfuerzo en su puesta en escena (acomodada a los intereses de los
protagonistas) envuelve la sensación de
estar ante una historia (por momentos romántica) sobre lo mismo, aunque los
actores revelan en sus personajes la maleable oración de la atracción.
También, por supuesto, una historia de amor
correspondido (sin ganadores ni perdedores) y sin forma estética
existencialista. Algo que se le abona a diferencia de otras cintas sobre tema
de la homosexualidad. No mucho más que decir de esta película alabada por
crítica internacional, donde el punto de partida es ver cómo el encuentro y la
convivencia con otra alma, está asegurada por un destino para nada perverso.
Claro que las imágenes observadas no son en absoluto
cómplices, cuando respeta sutilmente la fascinación (recordar la escena, y
perdón por el spoiler, cuando se sugiere que cada uno se llame por el nombre
del otro).
Gonzalo Restrepo Sánchez
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