Para los fans de “Star
wars” están ante un deleite, pues de una forma u otra es el reencuentro con los
viejos amigos (la aparición de Leia, Han, Luke, Chewbacca, los droides de la
primera trilogía, el Halcón Milenario —la legendaria nave—) satisfacen a asuntos
que no tienen nada que ver con el tesis. De todas formas, esto se agradece,
pues ya son muchos años con unos personajes entrañables, dispuestos a no
imponer su ley, pero tampoco a recibir imposiciones del otro lado.
Pero más que comentar
aspectos de la historia en sí, esta nueva saga de “Las guerras de las galaxias”,
no propone algo diferente, pero es efectiva respecto a los encuentros entre el
bien y el mal. Con un director inteligente, el relato si bien es el más largo
de la franquicia, el entretenimiento que ofrece, plantea un equilibrio agradable
entre las maneras épicas, narrativas, tecnológicas y emocionales de la saga. Es
decir: que la traición, la habilidad estratégica y la destreza para la guerra;
están a la orden del día.
Y es que el portentoso
combate entre los droides separatistas y clones republicanos, pero sobre todo
la desesperanza de un Lukas solitario, nos remite (queramos o no) a las famosas sentencias de Sun Tzu y
su “Arte de la guerra”: “Si conoces a tu enemigo te conoces a ti mismo”. Esto
queda claro en el tercio final de la cinta sin una iracunda persecución aérea y
una sucesión de duelos de sable láser, el último de los cuales es emocionante.
Con una escena final que
puede tirar de nuestras fibras del
corazón, dejará a todos los seguidores de la serie, ansiosos por la continuidad de la saga.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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