¿Qué
recalcar sobre “Sunset Boulevard” que no se haya escrito ya? Pues no es que
resulte difícil insistir, es que siempre hay algo que aportar de un filme, que
en mi caso personal, es el más importante en la historia del cine.
Trascendental en muchos aspectos. En alguna entrevista me preguntaron ¿cuál era
la mejor película del mundo? Y respondí “aquella que afecte directamente su
corazón”.
Y
eso fue lo que me ocurrió con “Sunset Boulevard” (su título original en inglés,
1950) cuando lo vi por primera vez en un cineclub. Supongo que eso sucederá a
muchos cinéfilos. De todas formas, debo de reconocer que después de ver varias
veces el filme, un día creí descubrir de qué trata, y es lo que intentaré
explicar en este humilde concepto. Empezaré por una pregunta:
¿Cómo
explicar que el filme es narrado por alguien ya fallecido? En el contexto de la
retórica audiovisual tendría claras explicaciones, pero sinceramente, creo que
la respuesta hay que buscarla en la idea importante de la película. Esa idea
primaria, a mi juicio, no es otra cosa que la historia de aquellos guiones que
nunca se llevaron a la pantalla en Hollywood.
¿Y
de qué trata entonces ese guion confinado al olvido? Muestra sin rodeos la vida
del guionista Joe Gillis (William Holden), y ese mundo de oropel que es
Hollywood. Ahora, la presencia del cineasta Erich von Stroheim como un director
de cine ensimismado en Max —mayordomo y escudero de la Diva (Gloria Swanson) —,
quien no volverá al set; los podemos descifrar como una isotopía en una
metáfora dentro de la metáfora —complaciente por momentos—.
Y
es que la transferencia de significado en la relación Mayordomo-Diva, se
concibe básicamente como un desplazamiento de la referencia. Nos diagnostica,
lo que confirmo al comienzo: Un guion —no llevado a la pantalla— donde la Diva
y su director (y debo repetirlo) no tendrán ninguna opción de volver al cine: Él
está resignado, ella no.
Ahora,
para otras situaciones de la película, y en la más importante que es la
relación Diva-Joe Guillis, y para el caso de la semiología de la imagen,
podemos considerarlas y evaluarlas como tropos diferentes a la metáfora y
propongo el símil, como ejemplo verificable ontológicamente.
Y
si “la habilidad para utilizar la metáfora entraña una percepción de las
similitudes” (Aristóteles, “Poética”, cap. 22), y que radicalizaron Quintiliano
y Cicerón: “la metáfora es una forma abreviada de símil, condensada en una
palabra”. Entonces, ¿qué leemos en las imágenes de “Sunset Boulevard”? Pues un
filme de símiles sobre aquellos guiones, productores, directores y divas que
incrustaron sus anhelos en guiones que nunca fueron aceptados.
Como
afirma C. Hausman, las metáforas hacen referencia a realidades o experiencias
globales, que se pueden descomponer incesantemente de forma no unívoca. Y para
comprender lo anterior, qué símil más hermoso en la cinta, cuando el productor
magnate Cecil B. DeMille se ¿burla de ese guion? (entiéndase la visita de
Norman Desmond a los estudios de cine), haciéndole creer que volverá a ser, lo
que para él no será nunca jamás.
Pero
hay a mi juicio dos cosas claras en este subgénero y son las enseñanzas que nos
dejan ese universo de oropel llamado Hollywood. En “Sunset Boulevard” (y lo
reitero una vez más), es la historia de aquellos guiones que jamás alcanzaron la
luz en las salas de cine.
Para
el segundo aspecto, traigo muy a propósito “The Bad and the Beautiful” (1952) y
una frase que escuchamos al final de la cinta: “Para dirigir una película, hay
que tener humildad”. Y en ese ir y venir de los destellos de la fama, las
apariencias, guiones y dirección; entendemos los ingredientes de esta película
muy actual. Y es que a través de tres flash-back, se recrea la carrera de un
hombre ambicioso (Kirk Douglas) que no repara en nada con el fin de lograr con
éxito sus propósitos. Para lograrlo: miente, maltrata y manosea.
Y
a pesar de ello, todos sentimos cierta embriaguez hacia él. La misma que
sienten sus compañeros, quienes están dispuestos a darle una mano. Ya lo he
dicho muchas veces, “El cine embriaga hasta el amanecer”.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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