La brasileña Eliane Caffé ha compuesto un híbrido sobre la situación
de una ciudad de como Sao Paulo (y que la vecina Caracas no anda muy lejos). Y es una
vez más este documental (altamente recomendado por su oportunidad fiel a una realidad que, en este caso, está
situada en Brasil) toca la idea ya consabida del cineasta francés Godard: “El
cine no es el reflejo de la realidad, sino la realidad de ese reflejo”.
Y
es que película con cámara firme, nos muestra como la pobreza y la abyección
ronda en cualquier lado de nuestro continente.La micro
sociedad que representa el relato del filme brasilero, donde a pesar de su
condición homogénea de okupas en un universo al margen del denominado
establecimiento o de una sociedad establecida, lo marginal o exclusión social asimismo
germinan otros estratos (o al menos están a punto de brotar, entre brasileños y
extranjeros).
El
vocablo okupa es en sí un signo lanzado por la prensa, una palabra ambigua que
trata de separar, de excluir de la ciudadanía “normal” y regulada a personas llamadas “habitantes de la calle”.
Al vocablo okupa se le atribuye todo un colección de retratos y conductas insanas:
punkis, drogadictos, vagos, sucios, outsiders, agitadores, nigromantes, y toda
una serie de epítetos que Kristeva enuncia en sus textos sobre la verdadera abyección
y excusión social.
Filme pues crudo y a veces violento
que nos muestra esos desalojos (como el
del Hotel Cambridge) a
un tipo de seres humanos, que si bien se han tomado un edificio, es cierto también
que en esos grupos responden (con justa ira) a la violencia del Estado, pero
habría que examinar que la violencia de los okupas es puramente simbólica y
defensiva, una rebeldía sincera de los jóvenes explotados de la denominada urbe
capitalista.