Existen
filmes que al verlos una vez más resultan mucho mejor que cuando la primera
vez. Este es el caso del filme de 1970, “El botín de los valientes”. Cargada de
una buena dosis de cine bélico, comedia, robo, amistad, etc. El asunto nos
lleva a pensar que el mejor ejemplo de la combinación entre ladrones y soldados
en el cine, es la cinta "Los violentos de Kelly" (su título original)
y que inexorablemente nos remite a "Rififí" (1955) aunque trasladada a la
Francia de 1944. En este remembranza de la cinta francesa, es
destacable el nivel de detalle y exactitud con el que es descrito el atraco a
la joyería (en una secuencia de 32 minutos), donde el silencio, la ausencia de
música, la poca luz y la narración, crean magistralmente un clima de tensión,
que agarra al espectador hasta hacerlo cómplice de la acción.
Si
tenemos en cuenta que el saqueo en tiempos de guerra no es lo más correcto,
la calidad en el guion y la realización de esta cinta, nos permite establecer
parangones sobre una realidad cómica y de pronto elogiada en nuestro interior. Solo
baste ver el final de esta trama para aceptar dicha idea.
Además
y con base en lo anterior, no estamos frente a la propia película de guerra en
cuanto oímos la canción "Burning Bridges". Asimismo, los "héroes"
son un grupo de soldados enteramente hartos de unos mandos (ineficaces) que solo
piensan en sus beneficios.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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