Que
el cine ha de servir para contar algo más que historias, ¡de acuerdo! Y es que
si bien el cine nació para entretener a la gente, es evidente que para nuestros
días (más cargados de conflictos, aunque siempre el mundo no ha dejado de tener
apuros en guerras sinsentido) no debemos dejar de entretenernos, pero también
expresarnos a través de las imágenes en movimiento.
Fotograma de "Nacido en Siria" |
Para
ir directo al grano, traigo a colación y a propósito el filme español “Nacido
en Siria” (2016), del cineasta Hernán Zin. Y es que cuando la escena inicial
revela a través del diálogo: “Sólo venimos a ayudar, no se asusten, los niños
primeros”, estos personajes son las verdaderas realidades de lo que son las
víctimas más vulnerables.
Con
base en lo anterior, “Nacido en Siria” narra pues el periplo de esos refugiados
desde el punto de vista de los niños. Y es que cuando escuchamos: “Todo lo que
veo es muerte, olvidé el sentido de la sonrisa”, entramos en ese duro viaje que
han tenido que hacer desde Siria tanto ser humano inocente para campamentos en
condiciones infrahumanas, otras fronteras, etc., etc. Y como señala “The
Hollywood Reporter”: “Lo mismo podría decirse de la profusa puntuación sonora
de Gabriel Yared, casi omnipresente y un sentido ocasional de un exceso de
manipulación de efecto narrativo, en particular, una secuencia temprana muestra
a un hombre que es arrestado en su intento de entrar en Hungría”.
Además
el crítico de cine Federico Marín en el diario ABC de España escribe: “Nacido
en Siria”, pone rostro infantil a un drama tan «conocido» que ya ni abre los
telediarios. Los niños ejemplifican como nadie el alcance de la tragedia,
despolitizan el relato y, con algo de suerte, ayudan a abrir los ojos del
público, abrumado y aburrido”.
Y
esta es la idea principal de lo que quiero resaltar en el niño (y en ese niño
que todos llevamos dentro). Y es que para esta etapa de postconflicto en
Colombia lo audiovisual debe servir para aprender lecciones de nuevo en
corazones adultos y en los niños (que no tiene por qué ver este tipo de cine
aun), pero sí con otro tipo de filmes, para respuestas a sus inocentes
percepciones.
Lo
que sí vale y se debe resaltar es que no se puede llegar al extremo del dolor de
las personas inocentes como arma válida para el documentalista o como abuso del
dolor para sembrar tristeza en el espectador. Que quede pues la lección.
Debemos tomar conciencia, debemos pensar en un mundo mejor. Pensar menos en las
guerras y más en las secuelas, que irremediablemente inducen potentemente a cómo reflexionar sobre ellas, y más tarde
para actuar.
Gonzalo Restrepo S.
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