De pronto la investigación sobre el asesinato de una prostituta africana origina la idea central de lo que sería el filme, pero ese crimen no es más que el pretexto argumental. Ahora, no es la primera vez que el cine de los hermanos Dardenne galantea con los signos de género. En algunos pasajes de “El niño” (2005) y en “El silencio de Lorna” (2008) son dos cintas a valorar al respecto.
De todas
formas, es a través de Jenny (no le abre su consultorio a la prostituta porque
ha cerrado hace una hora su consultorio) que se genera toda la ideología del
filme ya que ella, y su actitud, marca su irreprochable conducta, planteando argumentos
éticos del comportamiento humano. Y es ahí cuando encontramos en nuestra mente
la evaluación acerca de los sentimientos de culpa (y más si el personaje
principal es médica).
Historia
pues buena en el sentido de equilibrar la balanza sobre el tono de la cinta y
su “suspense”. Y es que al final de todos nuestros actos, siempre (digo
siempre) los sentimientos de responsabilidad marcan el derrotero de nuestras
conductas posteriores. Esa proyección de sentimiento de culpa, estaría sujeta a
los contextos, que para este caso del filme europeo, se inclinaría hacia el
tema de la inmigración.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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