Este
trabajo del cineasta Rubén Mendoza ("La sociedad del semáforo") es un
falso documental para mostrarnos a través de un personaje carismático de las
faldas de la montaña, como la identidad y la soledad son buena compañía en el
sentido de ayudarse la una a la otra. Sin sacudir los cimientos de la
cinematografía nacional, esta es una película en función de ese campesino
llamado "María" y nada más.
Y
es que la cámara no deja de seguirlo, para mostrar que es un ser cariñoso y,
como en este caso, la incomunicación rural que provee el inmenso paisaje no
resta comunicación a todos los interlocutores que observamos en la cinta.
Podemos escribir entonces que el respeto
de aceptación y de lealtad entre María y los demás es válida y creíble en medio
de tanta montaña.
Y es que la película de Mendoza se vuelve
excelente, no ya por el acertadísimo personaje, sino cierto traspiración inherente
a su narración y a la ausencia de construcción de uno de los personajes más
maravillosos que nos ha regalado el cine moderno colombiano. Se es o no se es,
esa es la cuestión ya que nuestro héroe encuentra un refugio en él mismo.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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