Verhoven arranca este
interesante thriller con la violación (elíptica) de Michelle (Huppert). A
partir de este momento comienza una historia de cómo dicha mujer ¿se enfrentará
de nuevo al violador? Para ello el cineasta recorre todos los aspectos de una
cotidianidad en aparente sosiego de una mujer para llevarnos de la mano de una valiente como Michelle a alguien que acecha sin ser visto.
Verhoven se sale con la
suya, pues el elemento clave en casi toda la intriga es el asesino omnisciente
(hasta cierto punto) y una Michelle con ganas de ¿intentar eludir el asunto? Todo será posible en la medida en que la mujer consigue a través de sus “instintos
básicos” (parafraseando al emblemático filme de Paul Verhoven) resistir una vez
más a su transgresor "omnisciente". Visto así el asunto, de pronto,
un drama intenso por momentos.
De manera que violencia
y pasión al mejor estilo de Verhoven, nos lleva por los recovecos del alma de
un violador y una mujer, no por su cuerpo trasgredido, sino de su interés por
enterrar para siempre un trauma infantil que la llevó precisamente a enfrentar
su realidad. Y de eso trata también este filme; una Michelle por retomar una
vida tranquila.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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