Con el propósito de entretener y el interés de los colombianos
de ver a su Angie Cepeda, esta es una historia con olor a México y cargada de
clichés, pero dos cosas a su favor: el arranque del filme y que la cámara se
centra en el señor Duvall, para garantizar el que se pueda digerir un MacGuffin
que oriente (aunque se al final se pierde de vista) la intriga principal (y
única a la larga), para ser un conclusivo color rosa que propone un desabrido
final.
Estamos pues ante una película que mitad western, mitad road
movie, nos deja la sensación que es un cine más y que realmente el cineasta
español Emilio Aragón deberá esperar otra oportunidad para encumbrarse en las
ligas del Hollywood.
Nuestra Cepeda aparece en escena cantando “Perfidia” en un
bar para luego seguir en un personaje que orienta al abuelo y su joven
acompañante. En este sentido, el personaje logra su cometido y la
barranquillera saca adelante su roll, que no pierde su acento caribeño, por
mucho que lo intente. ¡Suerte Angie!
Gonzalo Restrepo Sánchez
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Gonzalo Restrepo Sánchez