“Recuerden que para
amar y ser amado está la vida misma”, así concluye la amante de Charles Dickens
su percepción sobre la vida y el amor, ante su experiencia con el escritor
británico. Respecto al filme, me parece perfecto en su tono y emociones propias
de una época donde prevalecía la hipocresía de una sociedad como la londinense
en el siglo XIX.
Es pertinente enfatizar
que el actor y director Ralfh Fiennes (“La
lista de Schindler” (1993, Steven Spielberg) y “El paciente inglés”, 1996,
Anthony Minghella) en esta
oportunidad demuestra su capacidad de dirigir. Ahora, el problema (quizá del
guión) es que la ausencia de esa pasión desbordada de un amante hacia otro no
aparece por ningún lado, lo que resta mucho al film, donde el espectador quiere
ver. Y es que no olvidemos que nunca dejaremos de ser fisgones, pues es nuestra
naturaleza al comparar lo mío con lo otro.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite:
www.elcinesinirmaslejos.com