Rato que no advertíamos
un film protagonizado por Matt Damon en nuestras salas de cine. En esta
oportunidad lo vemos en “Elysuim” y es
una historia bastante sencilla si se quiere ver así. La fábula de pobres y
ricos, aunque si se quiere “ver” con un criterio más profundo, es una
contraposición entre mundos distópicos (la marginalidad terrible de algunos seres
que habitan Los Ángeles) y ¿utópicos?
(Elysium).
En esta contraposición,
dos personajes (y actores Matt Dammon y Jodie Foster) que encarnan la marginalidad
y la opulencia. No por capricho del destino, sino del manejo de cosmos
diferentes, pero con la misma ilusión: vivir la vida sin afanes y en perfecta
salud.
Cine pues este del
cineasta Neill Blomkamp, que nos hace ver en una crítica social (al igual que
“Distrito 9”), la conducta de las organizaciones mundiales que maneja
¿realmente al ser humano? Cine splatter o gore —cine visceral que se centra en
la violencia gráfica— que a la larga nos lleva por un laberinto de imágenes
perfectamente yuxtapuestas en una casi obra maestra.
Otro punto de reflexión
es qué nos deparará ese futuro ya inalcanzable para muchos de quienes habitamos
este planeta. ¿De qué lado estaremos? Al menos un mundo menos perverso. Y es que en el
imaginario social, este tipo de historias agrada al espectador, siempre ansioso
de un futuro. ¿Por qué?
La respuesta la podemos
encontrar en Bronislaw Baczko, al señalar “que es por medio del imaginario que
se pueden alcanzar las aspiraciones, los miedos y las esperanzas de un pueblo.
En él, las sociedades esbozan sus identidades y objetivos, detectan sus
enemigos y organizan su pasado, presente y futuro. Se trata de un lugar
estratégico en que expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la
vida colectiva”.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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