En Shakespeare el personaje
siempre es el destino. Y esto es la premisa segunda de un film aburrido (a
excepción de la fotografía del español Javier Aguierresarobe), para hablarnos
de destinos lejanos y cercanos de unos personajes que terminan por no encajar,
pues cada quien es cada quien.
Ivory repite con casi todos
sus colaboradores y actores como Hopkings, pero pienso que ya es hora, hora de
tener otra opciones en el relato y en las mismas historias (aunque los diálogos
son excelentes), llenas de inquietudes y poca claridad sobre lo que en el fondo
deseo contar, cuando de vidas separadas a la larga se trata y en la unión familiar.
Historia pues coral,
donde cada quien aborda sus escasas expectativas, con poco entusiasmo, a
excepción del escritor que desea escribir una biografía sobre quienes en el
fondo no la desean tanto.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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