Basada en un hecho
real, esta película ambientada en los años treintas, es una historia de unos
hermanos quienes en contra de la Ley,
intentan vivir sus vidas, a pesar de
todo. Esto contado (a pesar de la violencia manifiesta en la trama) en un tono de western y de thriller, en medio de la Gran Depresión en los Estados Unidos; resulta
un buen film en la medida en que los personajes de la familia Bondurant, se
mueven con los deseos del espectador que no les pase nada.
Quizá porque de pronto,
los miembros de esta familia son abrigados por un misticismo. Y es que cuando
escuchamos la frase surgida de uno de ellos: «Nada puede matarnos. No moriremos
nunca» (además repetida en otros momentos de la fábula), lo percibimos así.
Con buen ritmo, la
historia deja la intención de cuando el enfrentamiento es entre quienes son corruptos
en la Ley, y quienes trabajan contra la Ley: seres al margen de la perversión.
Esto permite aseverar una vez más cómo surgen los mitos y leyendas.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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