Hay
que reconocer que el cine chileno atraviesa uno de sus mejores momentos. y
habría que preguntarse a qué se debe tanto éxito. Pienso que el cineasta
chileno ha dado rienda suelta a
su ideario colectivo y eso está bien.
Respecto a la película que hoy nos ocupa,
nos remite a ese mejor cine sobre las interioridades del ser humano. Un hombre
y una mujer en ese reencuentro de posibilidades, reproches y obsesiones nuevas
ante ese nuevo punto de partida, en un nuevo tiempo y espacio. Aunque parezca contradictorio
lo que escribo, es la historia de esos amantes del amor.
Y
el director lo cuenta con silencios tronadores (esos de esas parejas que hablan
más con el silencio que con sus labios). Cabe enfatizar que el diálogo fluye
con la transparencia y sinceridad, de quienes buscan esa nueva opción en la
vida en pareja (en el film los encarnados por Elvis Fuentes y Támara Acosta). Así
de sencillo es esta historia, que no obstante luce más teatral.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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