Después de un largo
tiempo, vuelve a tener presencia en Colombia, el cine de autores del Caribe
colombiano. Pacho Bottía con “El faro” y el film que hoy nos ocupa “Edifico
Royal”, del barranquillero Iván Wild,
que debuta con este largometraje como director. Y es que algo pasa en la
cinematografía del Caribe colombiano, donde entró el cine, y brilla
precisamente por eso: por su ausencia.
Respecto a la película
rodada en Barranquilla y casi toda en planos secuencias (muy acorde para el
tono del film), es una clara metáfora de la muerte como la advenición (que no
advenediza) a la vida. Y en este sentido, esta historia también coral, refleja
a través de quienes habitan el edificio Royal (la gran metáfora de los “muertos
en vida”); que somos lo que somos porque otros fueron lo que fueron; en un
personalísimo film, lleno de gracia, de osadía, y de irreverencia.
Comedia negra pues que
consigue que uno se ría de algo tan serio como la muerte, y que la ausencia de
planos y contra planos en muchas de las escenas, nos remite en su tono a algunos pasajes de “Lakykillers”, de los
hermanos Coen, con claras alusiones a las sinécdoques que aluden a vida
rutinaria y a lo poco interesante que resulta la existencia para aquellos seres
humanos que “habitan” en “edificios” como el Royal.
Estamos pues ante una
película que con otra música (pienso en la góspel), hubiera generado por
antítesis al
canto evangélico, que se expresara como
valor acusmático para invitar a las personas hacia Dios. Por este motivo,
y en mis humildes conceptos, un sacerdote nunca hubiera estado demás para
sacudir a tanto muerto en un edificio igualmente muerto como el Royal. De todas
formas, esto no demerita en nada un guión bien escrito.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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