martes, 8 de enero de 2013

LINCOLN


Con sus habituales colaboradores en la música y en la fotografía (John Williams y Janusz Kaminski), esta inmensa y magistral película no debe de extrañar a nadie si gana el “Oscar” como la mejor. Y es que Steven Spielberg en medio de la guerra civil norteamericana y una fecha decisiva como 1865, nos muestra (y es que el cine ha de servir para contar algo más que historias) al presidente Abrahan Lincoln en su deseo de abolir la esclavitud en una enmienda a la constitución y su pensamiento político.

Pero al margen de esto, la historia en sus tres tercios, diseña tres aspectos importantes. El primero podemos escribir que nos remite a la serenidad de un presidente por sus sueños (al lado de su esposa), y de abolir la esclavitud en una enmienda ante el Congreso. Así que el relato es pausado como lo son las manifestaciones del presidente en sus decisiones a los asuntos políticos.

El segundo tercio, visualiza de forma igualmente pausada (como si no pasara nada), el escaso protagonismo de la esposa del presidente (Sally Field) y las “estrategias” (prefiero no cometer spoilers) para  que la enmienda política tenga éxito, ante las complejidades políticas de abolir la esclavitud y que la paz pueda llegar. Además, aparece en escena el señor Thaddeus Stevens (Tommy Lee Jones), un aliado del presidente en sus ideales políticos.

Aunque la sensación que queda es que el presidente Lincoln era a la larga un hombre solitario, el tercer tercio del film aborda la historia que todos conocemos y la fecha de la votación en la Cámara, con la impronta de un pulso en el relato propia de Spielberg, siempre atento a los personajes (y sobre todo a la famosa Decimotercera Enmienda aprobada).

Historia pues que mereció ser llevada  a la pantalla con aquellos pormenores de un presidente que fue noticia  aun en las denominadas por entonces, tierras de nadie. Para nuestros días y esa es la lección, ya lo dijo Eco, la democracia se salvará si logramos del lenguaje cinematográfico no una fascinación a la imagen, sino una invitación a una reflexión  y al análisis. "Y es que cuando llega la paz debe ser unánime", según palabras del propio presidente norteamericano.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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