viernes, 15 de marzo de 2019

Amor urgente



Esta película argentina que pasó por FICCI 59 (con más pena que gloria, siendo un excelente filme) y si bien es un tema ya recurrente en el cine de adolescentes sobre el descubrimiento de su sexualidad, en esta oportunidad el cineasta Diego Lublinsky recurre al uso de imágenes retro proyectadas a modo de escenografía, creando imágenes poco naturales del escenario y de un guion que prioriza el desarrollo de personajes y la farsa.


Pedro es un adolescente en busca de su primera novia que parece fascinado con Agustina, una compañera de escuela recién llegada al pueblo. Con esta premisa, la película divierte es buena y deja en diáfano mensaje los temas del amor en medio de anécdotas, temores y consejos. En este sentido, No hay mucho por descubrir, pues los personajes son claros en sus intenciones.

Ambienta en un pueblo imaginario llamado Resignación, todo parece calmado para hablar sobre el idealismo. Y es que la generosidad cuando el amor entre jóvenes adolescentes se vive con la curiosidad, la turbación, la expectación y el afecto que genera la seducción entre los personajes protagonistas, da una visión edulcorada de eso que todos hemos tenido como vivencias personales.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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Burning


“Quemar graneros”,  turbador texto de Haruki Murakami, contenido en su excelente colección de cuentos “El elefante desaparece”, donde lo habitual se convierte en misterioso en apenas un momento,  es la reciente película de Lee Chang-Dong (“Burning”), que transgrede a propósito en su enigma a través de unos personajes y unos diálogos largos.


En la frontera entre el tono del thriller —sobre todo a partir de la segunda mitad del relato— y el melodrama, la película mantiene un triángulo amoroso. Diría que es una historia de personajes y, el director Lee proyecta una discusión sobre el amor y la muerte con mucha elegancia, donde lo vehemente y lo absurdo por momentos, contrastan la posible inestabilidad del personaje femenino Haemi. La secuencia que reúne a los tres personajes fumando marihuana en una puesta de sol, con la música de “Ascensor para el cadalso” de Miles Davis, ya anuncia la desaparición de la chica.

En la historia del cine, aparecen algunos ejemplos de estos personajes femeninos empoderados en modelos aparte, que simbolizan tipos de mujeres complejas, delineadas con una mirada adulta que las dota de libertad dentro de las relaciones amorosas. Además, una mirada moderna sobre los conflictos sentimentales, que nivela dentro del relato, el peso de mujeres  (y hombres) un punto de vista adulto sobre la fábula.

Película pues con algunos guiños cinéfilos, a Faulkner y que recuerda un cine coreano vigente. Un cineasta que sin vacilación, apuesta por la extrañeza de sus personajes.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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FICCI 59: NIÑA ERRANTE


Es notorio resaltar que la reciente película de Rubén Mendoza “Niña errante”, abrió la 59 versión del festival de cine de Cartagena de Indias (algo que ocurre últimamente en el festival de cine).

Cargada de buenos comentarios, es una película road movie que lejana en procedimientos a los anteriores filmes de Mendoza (“La sociedad del semáforo”), señala cuatro mujeres en la búsqueda, no de eslabones perdidos, pues a la larga no van a ninguna parte, sino de un cosmos que se insinúa sin necesidad de ser explicado.

Las actrices de Niña errante                          FOTO: Gonzalo Restrepo S.
Las hermanas sin aferrarse a un hogar cada vez más desecho y desvirtuado, y en un inexplorado viaje, sin destino claro, pero que en el camino toma cauces afectuosos y de compatibilidad entre ellas. Indicaríamos que en los vínculos que surgen entre ellas —Ángela y sus tres hermanas comienzan a sentir sin apariencia alguna, circunstancias que simbólicamente generan acercamiento—, ofrecen una necesidad aunque no tan imperiosa: esas historias íntimas y sobre todo el descubrimiento personal de Ángela.

De manera pues que estamos ante una cinta con un ritmo desigual, pero que en la idea madre de una mujer poco idealizada, conlleva un guiño a la simplificación de estereotipos. En los llamados women films o en géneros que admiten —de forma repetida— el protagonismo narrativo de personajes femeninos —como en el melodrama—, las mujeres dominan el relato y, se sitúan en posiciones de poder equilibradas o superiores a las de los personajes masculinos.

Aunque es de aclarar —y no es el caso específico de este filme—, son personajes con vínculos negativos que ejecutan su poder, con base  en una capacidad de intriga o su atractivo sexual y físico traído como instrumento social.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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miércoles, 13 de marzo de 2019

FICCI 59: LOS SILENCIOS



Esta historia ambientada en  la Isla de la Fantasía, una pequeña isla ubicada en la frontera entre Colombia, Brasil y Perú, plantea el tema de los desplazados de Colombia. Y es que el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC para asimilar el efecto que el conflicto armado tiene en familias inocentes, inquieta en un drama alejado de la marginalidad y la exclusión social.


Si bien la cineasta Seigner realiza un filme sobre cómo pugnar honestamente con la pérdida de un ser querido e igualmente sobre la nada fácil idea de perdonar —algo difícil en el ser humano—. Aun así, Seigner cuida no presentar estos puntos reflexivos, emotivos, aunque mostrados con gran riqueza audiovisual y de manera muy explícita. Y es que a la hora de hablar del conflicto y plantear los problemas burocráticos de los desplazados, siempre habrá muchos fantasmas por descubrir.

La película en un tono —con algo de realismo mágico— tolerable y que conmueve por momentos, plantea a través de sus protagonistas la esperanza de iniciar un nuevo mundo gobernado por valores e ideas democráticas en los que no sea forzoso luchar por lograr una dignidad, y donde la aptitud dé paso a la fraternidad. Aunque resulte una reflexión cándida, podría ser considerada una muestra de vivir en paz con uno mismo y los demás.

Los protagonistas (entre ellos la niña)  terminan por rendirse al nada ilusorio universo que se abre frente a ellos. En el fondo, han encontrado la tranquilidad que se anhela entre tanta violencia. Un “compañero” —el sosiego— para poder mantener una conversación agradable con uno mismo y comenzar un negocio idealista. La idea de utilizar el deseo del trabajo y superación en una civilización utópica —alejada de la barbarie—, genera unos personajes creíbles y una historia para nada lacrimógena y con los tips propios de ese cine latinoamericano de la pobreza y exclusión social, aunque la película no acentúa la abyección como idea central.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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FICCI 59: Los días de la ballena, de Catalina Arroyave


Los días de la ballena (Catalina Arroyabe, 2019), es un drama paisa que logra plantarse en el difícil equilibrio entre la ligereza y el mensaje. 

El grafiti protagonista en el filme, se constituye en una de las expresiones de un movimiento urbano (con señales de provocador y rebelde) y en el hip hop, nacido como una ofuscación artística en la subcultura marginal en el sur del Bronx y en Harlem (Nueva York) durante la década de los setenta del siglo pasado, entre los jóvenes latinos y afroamericanos. Incluso se pueden hallar orígenes en pinturas paleolíticas o en la antigua Roma, cuando se dejaban recados sobre las columnas o paredes.

Cuando observamos en la película ambientada en la ciudad de Medellín a la pareja protagonista (caracterizada por Laura Tobón Ochoa,  David Escallón Orrego) charlar sobre sus asuntos personales y al fondo se lee el graffiti: “Menos balas y más orgasmos”, se evidencia sin que resulte tautológico en el  mensaje crítico, una ciudad violenta en algunos espacios y comunas. El graffiti: “Los sapos mueren por la boca”, y sobre el que se erigirá un lado de una ballena, ordenará las intenciones de un espacio heterotópico más adelante.

Esta Ópera prima de Catalina Arroyave Restrepo si bien plantea una cultura callejera y válida, el grafiti como protagonista involucra el elemento isotópico y, la música alternativa de Sigarajazz y Alcorilykoz entre otros con sus respectivas composiciones (a excepción de la canción “Medellín” por citar solo un ejemplo) asigna un espléndido estudio sobre la música diegética e intradiegética para subrayar en períodos de la diégesis, algunas intenciones dramáticas.

Sin ser en su totalidad una historia sobre la marginalidad y seres abyectos (por las condiciones sociales diferentes entre Cristina y Simón, más marginal), ya que no plantea subversión alguna, tampoco resulta incómoda y delictiva contra manejos globales capitalistas, aunque sí con adhesiones a una actitud a favor de la paz —precisamente, el título del largometraje hace referencia a esa señal.

De manera que la cineasta paisa logra que la trama y la elaboración y producto del grafitti observado como arte urbano, nada efímero y que termina por dejar rastro —al igual que, Los hongos (Óscar Ruíz Navia, 2014), que sigue el deambular de dos jóvenes grafiteros en la ciudad de Cali—; es una exaltación a la  desobediencia, calidad pictórica y oposición al grosero sistema de valores imperante. Y es que este drama a la larga invita a observar una vez más Girl Power (Sany, Jan Zajícek, 2016), una cinta documental realizada por una artista urbana de origen checo, que señala —y hay que insistir en ello— el papel de la mujer en el grafiti.

Gonzalo Restrepo Sánchez 
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FICCI 59: “MONOS”




Si bien no hubo premios India Catalina este año en las diferentes secciones del festival de cine de Cartagena de Indias, el público se recreó con una gran cantidad de cine colombiano en sus expresiones de documental y ficción. Lo que sí está claro es que algunos cineastas les van mejor en el documental que en el de ficción.

Sin ser el caso específico, un botón de muestra es el filme “Monos” de Alejandro Landes (“Porfirio”). Sin apostar por el bien o el mal, la historia en clave de thriller plantea (a través de unos niños soldados, sus rehenes y sus fuerzas) dejar a consideración del espectador unos personajes como víctimas y, otros como villanos. Asimismo la historia deja un claro eco sobre las sociedades secretas.



Y desde este punto de vista, el filme de Landes señala con cámara firme lo que esto representa en casi todos los órdenes de la sociedad y la vida del ser humano. La colectividades secretas para algunos investigadores nacen de la necesidad que tenían brujos, magos y hechiceros prehistóricos de proteger en secreto sus prácticas y sus rituales,  al mismo tiempo que los compartían con sus alumnos o sucesores.

“Männerbunde es el término germano que se utiliza para referirse a cierto tipo de organización secreta, una especie de hermandad compuesta tan solo de hombres (guerreros y cazadores) que ha existido desde los orígenes de la humanidad y que se mantuvo viva, con ligeras variantes, hasta la época del nazismo”. Muchas novelas hacen eco a esta temática (“El círculo mágico”, Matilde Asensi en “El último Catón”, Umberto Eco en “El péndulo de Foucault”) y el cine por supuesto no se queda atrás.

De manera que “Monos” abarca todo el contexto de esas sociedades secretas. Hay una necesidad en este tipo de búsqueda por dar imagen a todo, sin que esto implique un acecho a lo desconocido. Los principios que motivan esta línea, es pues la pretensión de, a través de filmar ese cosmos, luchas sin sentido que solo pueden acarrear una mayor destrucción.

Además de señalar, catalogar un paisaje o un rostro en la cámara (cualquiera de los observados en el filme), es sin lugar a dudas, dotarlos de laberintos. Aquello nunca filmado, si se revela con ingenio, es capaz de amplificar los límites de lo que deliberamos visible y audible, sin dar un paso fuera de nosotros, sin abandonarnos. 

Landes aspira a ser ecuánime, sin ser pomposo y ligero, como si no pretendiera perturbar la realidad con su cámara. No es pues una muestra de un cine violento, pero sí a su vez, mucho más perspicaz para captar los detalles de las relaciones humanas que, aunque apenas acontecen entre un grupo de personas muy jóvenes, de pronto ilustran las experiencias diferenciadas y los matices que patentizan el crisol de formas que tienen las personas de vivir sus realidades.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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viernes, 1 de marzo de 2019

The wife


Una historia para el lucimiento actoral. Y sin tener que abordar mucho sobre su trama, bien vale la pena recrear una escena flash back en que Joan Castleman (Glenn Close) —sueña con convertirse en escritora— visita a una de sus más admiradas novelistas, quien le sugiere que recoja su talento para sí misma.


La anterior secuencia situada (en los años sesentas) es tan instructiva como esencial para poder concebir el presente de una Joan mayor, que ha dedicado toda su vida a su marido Joe, un escritor a punto de recibir el Nobel de Literatura.

Y esto es todo, un presente y un pasado cargado más de cuitas que de otra cosa por parte de una mujer, cuyo talento se quedó en el devenir de una vida casi que anodina y un marido egocéntrico. Filme pues que sin saltos en el drama, no es que tenga muchos encantos, salvo eso sí: los actores que caracterizan a sus personajes.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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