viernes, 9 de noviembre de 2018

Overlord


Esta extraña creación de género, y, si bien el cine fantástico está atravesando en los últimos años, uno de sus mejores momentos, la película permite observar que lo que hace diferente esta propuesta de otras, son los análogos planteamientos de atmósfera de una acción trepidante, donde el surrealismo y lo alucinado, generan una apuesta audiovisual, mucho más contigua al cine experimental, en la que lo sensorial (ya lo explicaré más adelante) predomina siempre por encima de la propia historia.


No sé si es la primera vez en el cine que se realiza un filme donde exista un híbrido entre temas de guerra y de terror (aunque por su puesto la guerra es un acto terrorífico), pero me remito al género como tal.  De todas formas esta propuesta (ya sea de forma bruta o sutil) del director de cine Julius Avery (“Son of a gun”) sale bien librado y un dispositivo importante en esta oportunidad, es el sonido como un elemento más del relato cinematográfico.
Para cualquier espectador desprevenido sobre de qué va el argumento, más de un  susto tendrá, ya que imágenes y sonidos dan al unísono mucha aprehensión y es un elemento clave para el filme en una guerra antes del día D. En otro orden de ideas la cinta (y sin ironía) va de ese Prometeo que, ya en tantas películas sobre el doctor Frankenstein, nos ha ilustrado, aunque “Overlord” narra en parte los horrores del mundo real de los experimentos del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial de Josef Mengele a un extremo más aterrador.
Ahora: una disposición que ha superado el umbral de este nuevo siglo y que se ha convertido en una constante: es el extenso catálogo cinematográfico que ajusta pautas y formas ya creadas, un concepto  que (de pronto) nos permite puntualizar a Nuevos Directores (a diferencia del cine colombiano). Y es que sin exagerar y haciendo un examen del filme en cuestión, los rasgos constantes característicos de un autor (o un cine determinado), son señal indiscutible de la singularidad de las propuestas cinematográficas modernas, anexas a corrientes estéticos o ideológicos.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elicnesinirmaslejos.com.co

jueves, 8 de noviembre de 2018

The Ballad of Buster Scruggs


Aunque en un principio se anunciase como una serie, ‘La balada de Buster Scruggs’, primer contacto de Ethan y Joel Coen con Netflix, ha terminado convirtiéndose en una película que pudo verse en pantalla grande en el reciente Festival de Cine de Venecia, donde se llevó el premio a Mejor Guion.


Gonzalo Restrepo Sánchez

Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co

Matar o morir (Peppermint)



Si bien este filme es entretenido y de acción trepidante, es un tema ampliamente llevado al cine. De todas formas, la actriz protagónica no pierde su buen quehacer profesional y brinda al espectador, una mujer capaz y llena de venganza.


Lo que si hay que aprender, es ver un par de deux ex machina que restan categoría al thriller. Hay que estar pendiente con esto, y proviene de la escritura del guion. En este sentido el filme pierde su verosimilitud y ojalá los nuevos guionistas aprendan la lección. De todas formas, la cámara genera tensión, sin que se enreda en juegos de sombra y de profundidad.
De todas formas, el intento del cineasta por sacar adelante el thriller se nota y en segundo lugar un de montaje corto sobre primeros planos de rostros que puntúan las escenas con el suficiente subrayado de la música y la angulación de cámara. Al final ya queda claro que hay nada que salvar a la heroína, sino la trama pierde ante los ojos del espectador.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co


martes, 6 de noviembre de 2018

GLOBO DE ORO MEJOR FILME DRAMA: Bohemian Rhapsody



Ante semejante figura de la música en el mundo, como lo fue Freddie Mercury, pienso que el final de la cinta es lo más apropiado para un ser humano a fin de cuentas. Creo que su vida musical es mucho más interesante que su vida privada (llena más de errores que de aciertos, aunque reconozco que no soy quien para terminar avaluando de esta forma).




“Bohemian Rhapsody” es una apoteosis al grupo Queen, de su música y sobre todo de su extraordinario cantante Freddie Mercury, que siendo único, retó estereotipos e hizo polvo alguno de los hábitos en la música para convertirla en uno de los espectáculos más placenteros del mundo en su generación.
Con una extraordinaria actuación de Malek como Mercury, el guion por momentos pudo ser más concreto en la parte dramática (la cámara se concentra menos en lo complejo del personaje sobre su pansexualidad). Pero si hay que justificar este asunto, quizá sea a la admiración del personaje por parte del cineasta y diseñar algún que otro cliché de ese cine más comercial.
“Pansexualidad” es un vocablo (empleado por primera vez en los años setentas) que proviene de la noción de “pansexualismo” utilizado a principios del siglo XX por los críticos de Sigmund Freud para rotular su teoría de cómo la conducta humana proviene en gran medida de lo denominado instintos sexuales. Esto es la atracción romántica o sexual hacia individuos independientemente de su género o sexo, la pansexualidad es una orientación sexual aún apartada en el cine (son escasísimos los ejemplo en el cine sobre este ítem).
De todas formas y a modo de conclusión, la película es a mi parecer buena y construida quizá para quienes no lo vieron y oyeron en su época. La realización, aunque un poco convencional, y sin haber decisiones formales en el relato, la fuerza de la cinta convive en la naturalidad con que se nos hace partícipes de la evolución musical de Mercury, sin mostrarlo en el terreno sexual y por supuesto, en una poderosa interpretación central que resulta por completo categórica.
Gonzalo Restrepo Sánchez 
visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co


lunes, 5 de noviembre de 2018

“Loving Escobar”


Llega a la cartelera local el filme del español Fernando León de Aranoa sobre la vida de Pablo Escobar (basado en el libro de Virginia Vallejo). Esta cinta que pudo ser mucho mejor de lo que realmente es, tiene en su propuesta audiovisual algunos clichés del cine norteamericano, que desmeritan un poco a León de Aranoa, un cineasta más bien independiente y con su impronta particular.


Sin detenerme en la vida del señor Escobar (ampliamente conocida en Colombia), se puede hacer la siguiente lectura en lo estrictamente cinematográfico. Y es que la apuesta del realizador español si bien  consiste en narrar los tradicionales vaivenes de la vida personal  de un narcotraficante, también mezcla los tópicos particulares del drama con el rigor ya veces empuje del thriller.
Prácticamente desde los primeros minutos del filme ya uno sabe lo que va a suceder y revelar una vez más al principal sospecho de haber cometido las más crueles transgresiones acontecidas en Colombia en la época de la vida asesina de Escobar (Javier Bardem). De todas  formas, sin paradoja alguna presentada por el relato (ama a sus seres cercanos, al pobre, pero odia y genera reales y malas intenciones), no hace más que ser una persona imprevisible para su entorno familiar y social.
Sin el desafío amoroso entre dos seres tan distantes para Escobar como Virginia Vallejo y María Victoria (buen trabajo de la colombiana Julieth Restrepo), ello ofrece el punto de partida en la construcción de una trama que irá mostrando más la personalidad del insondable narcotraficante. La preocupación sincera de los protagonistas femeninos y la prepotencia jactanciosa de Escobar caminan de la mano con el fin de subrayar la inestabilidad e incoherencia del hombre cuando todos “van remando el viento”.
Considero que, sin ser atractivo el manejo de los tiempos dramáticos por parte del director, termina disponiendo de una narración que bordea a su gusto (vaya usted a saber si impuesta) el espacio íntimo de los personajes principales y la posterior (y escasa) condena pública, difícil de cotejar para Escobar, por su carácter violento y directo.
A su vez, la película expone las miserias de un hombre y sus secuaces que, tras una máscara de presumida familiaridad y buenos modales, oculta las execrables bajezas, lo que se percibe en muchas de las escenas en las cuales Escobar no se muestra en sociedad.
Sin desconocer la versatilidad en el registro actoral de Penélope Cruz (que además de actriz, es esposa de Bardem), puede rastrearse en el rostro de Bardem (y en lo que su mirada inspira), una buena exploración de los conflictos internos del personaje.
De todas maneras, el director erige un relato que si bien avanza a paso firme desde el punto de vista de inadvertidas revelaciones de Escobar (de pronto al final puede descubrirse el amor por sus hijos), a fin de cuentas, no es dependiente de la presencia escénica de ninguno de los modelos actanciales.
Gonzalo Restrepo Sánchez
www.elcinesinirmaslejos.com.co

martes, 23 de octubre de 2018

Ha nacido una estrella


Se exhibe en nuestras carteleras: “Ha nacido una estrella” dirigida por Bradley Cooper ha tenido cuatro versiones más: Una en 1937  con Fredric March y  Janet Gaynor, otra en 1954 de George Cukor con Judy Garland, James Mason, la otra en 1976 con Barbra Streisand y Kris Kristofferson, y, una versión japonesa en dibujos animados. En todas las versiones, el asunto va del declive del hombre artista y el fulgurante éxito de la mujer artista.


Si bien mi favorita es la de 1976, la actual versión no cae en el ostracismo y mantiene los resortes del melodrama amén de la historia de dos seres humanos que siguen cosmos opuestos a pesar de estar unidos en todos los aspectos emocionales y afectivos. Y es que desde este punto de vista, la misma escala de importancia que en el guion prevalece, atiende una narración que se respalda en la forma de vida que llevan los seres humanos sin importar nada y de un ejercicio del amor, lo que en cierto modo prefigura la vida para bien y para mal.
Al menos, lo anterior se puede “leer” en esta propuesta que es dirigida y actuada por Bradley Cooper con relativo éxito. Sin un marcado interés por venerar, dentro de lo viable, los sucesos afortunados y desafortunados por una de las parejas (el personaje de Cooper y no el de Lady Gaga), el guion le otorga gran valor a los diálogos y la letra de las canciones, las cuales reflejan el vehículo más seguro para ceder no solo informaciones puntuales de la coyuntura en una relación de pareja, sin los intervalos de la disputa por los espacios, sino afirmar los estados de ánimo de los personajes.
Sin complots o intentos insustanciales por ganar una batalla de la cual no se sabe a ciencia cierta quien resultará vencedor (si ella o él), y siendo el mismo destino el que termine concretando la suerte o desgracia de los implicados. Una irrupción en escena de ese “espectro” que se materializa concretamente en el cuerpo de los personajes (aunque no están interesados), y la forma visible y palpable las letras de las canciones que fluyen: es de agradecer, pues la “música es como el rostro de una mujer al que hay que adorar”.
Es llamativo pues, como a nivel del argumento: el que Cooper (cineasta) no recurra consecutivamente al shock de lo inadvertido como expediente narrativo. El espectador sabe que el personaje Jackson Maine va por un callejón sin salida.
Punto aparte merece una acotación del trabajo de Lady Gaga a quien este cronista creía no ser un rostro para el cine, pero creo que ha nacido una estrella. Su voz, su rostro, su mirada, sirven para que la auténtica artista del relato, no apele a los clichés como medio de dirigir sus naufragios (que no los tiene) o anhelos. Ahí disfrutamos pues en esta cinta y sin lugar a dudas, un axioma muy certero de una artista que sin intento y prueba estética alguna, está muy alejada de la fabricación a medida que realiza Hollywood de mujeres sentenciadas a la apreciación masiva de un público consumista y mediado por las corrientes decorativas del momento.

viernes, 19 de octubre de 2018

Cien años de Rita Hayworth. La dama de Shanghái.



El miércoles 17 de octubre se celebra el centenario del nacimiento de Rita Hayworth, cuyo verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino, nacida en un pequeño pueblo de Santander (Colombia) y no en México, Estados Unidos o España como aducen otros historiadores.


Cada quien tendrá su película favorita, pero qué duda cabe que entre las siguientes siempre se le recordará. La primera quizá es Gilda en 1946. Por fin Hayworth imponía sus criterios sobre el cine que quería. Su siguiente trabajo fue La diosa de la danza, en la que personificó a Terpsícore, la musa del Olimpo laboriosa al baile, y justo después La dama de Shanghái, de y con el genio Orson Welles.
El cineasta Welles instó siempre en hablar de ella así: “En la vida, tiendo a olvidar lo peor de los malos momentos. Pero en tus propias películas, los malos momentos son inolvidables. Por ejemplo, la primera escena del parque: cuando pienso en ella, me estremezco. Toda la secuencia es insulsa.”. Welles se refiere a la cinta La dama de Shanghái.
En la mítica cinta Gilda, Rita realiza verdaderamente su primer papel de femme fatale. La maldad de Elsa Bannister no es fingida, sino la única forma de subsistir en ese nido de víboras que nos exponen (una fascinante revelación de Rita en un primer plano de su cara, fotografiado por el oscuro atisbo de Charles Lawton Jr.)
Para lograr dicha metamorfosis, Orson Welles da “una vuelta más de tuerca”, por poco un sacrilegio: cortar su célebre cabellera pelirroja y teñirla de un color rubio platino. Con estos cambios y la mano maestra del controvertido cineasta y marido, Rita Hayworth hará a mi parecer una interpretación de altura.
La película es un "film noir" único. El cineasta consigue crear una atmósfera perversa, aciaga y turbia, apoyándose en una buena fotografía, una música turbadora, unos ambientes cargados de enigmas y por supuesto unos protagonistas sombríos, quienes prodigan comentarios.
A la larga y en su ideología, el filme “habla” de la sutileza de la verdad, el disfraz de las intenciones y la manipulación de los individuos, en imágenes y sonidos velados eufemísticamente. Y es que las turbaciones de chantaje y peligro, se fortalecen con tomas elevadas, generando así ideas turbadoras.
Para desdicha de nuestra amada Rita (o Margarita), su alzhéimer fue categórico en 1980, y por eso apareció en malas condiciones en muchos momentos en público, ante la prensa y en los sets de rodaje. De sus últimas películas sobresalen La ruta de la Salina, y la última: La ira de Dios. Atendida por Yasmin (su segunda y favorita hija, fruto de la unión con el célebre príncipe Alí Khan), la actriz falleció en la ciudad de Nueva York el 14 de mayo de 1987. 

www.elcinesinirmaslejos.com.co 
Gonzalo Restrepo Sánchez