Esta es una de esas películas de las cuales uno no sabe por dónde empezar, pero intentando ordenas las ideas, señalar que “One Battle After Another”, escrita, dirigida y co-iluminada por Paul Thomas Anderson (“El hilo invisible”), está basada en la novela de Thomas Pynchon, quien y según expertos en el autor, es un escritor inadaptable e inadaptado que pareciese solo le interesa cinematográficamente hablando a Paul Thomas Anderson. Creería la ganadora en los Golden Globe 2026.
Con una estructura narrativa
excelente, este director puntualiza su particular visión de la historia de los
Estados Unidos en una épica aventura en un país
en beligerancia consigo mismo (los grupos terroristas de extrema izquierda y
las sociedades secretas fascistas), y que el cineasta con maestría a través del
montaje paralelo y las acciones sincrónicas queda la correlación afectiva entre
un padre y una hija como una viable cronotopía de reconciliación (no cometeré
spoiler alguno), arropada por una música (al mejor estilo de Satie)
Si el primer tramo del filme
es una clara manifestación de lo eficaz
que resulta ese tipo de planificación de la trama a la hora de forjar una
cierta emoción de estatus en los diferentes espacios (los inmigrantes latinos).
En los dos restantes tramos, y con referencias cinéfilas (“La batalla de
Argel”), y en un metraje del final como al mismo western; permitirá con el tiempo
convertir este filme de Paul
Thomas Anderson en un clásico. Y todo esto quizá, entre otras cosas, a unos actores de altísimo
nivel: El "sensei" de Benicio del Toro, el "deseo" de Chase
Infinity o la "perfidia" de Teyana Taylor, el Bob Ferguson de
Leonardo Di Caprio y ni hablar del personaje de Sean Penn que “la sacó del
estadio” y creería que un “Oscar” asegurado.
Dos cosas para terminar, si
bien podría sacar un libro de esta cinta. Primero ese “realismo mágico” que
refleja el fascismo norteamericano. Y segundo, algo de mixtura de drama
social-thriller-comedia negra. Lo que el cineasta ofrece es la perspectiva de un
desclasado: el latino sometido a órdenes inexpresables en el campo de batalla,
y un país que tampoco lo reconocerá como uno más y lo confinará a espacios
marginales, a la delincuencia y a la corrupción.
