El cine dentro del cine siempre ha sido un tema
interesante mírese de donde se mire. En esta oportunidad creería es una
reflexión meta ficcional (“Mank”, de David Fincher (2020). “Sabes lo que es ser uno
mismo, inténtalo” una frase de jay que escuchamos para decir que “Jay Kelly” arranca con el final del enésimo rodaje de la
estrella.
Su agente (Adam Sandler) le plantea a Jay Kelly (George Clooner)
viajar a la Toscana, para recoger el tributo de un festival local. Pero la
verdad es que el filme plantea que, tras la fachada del actor famoso, en sus
adentros se siente solo, renunciado a su propia vida pese a que siempre anda
rodeado de gente. Y otra idea brillante del guion, es que al personaje (y como
muchos actores del cine) se le da mucho mejor ejercer de padre en sus películas
que en la realidad. Y mientras lo intenta, no obstante, no es otra cosa que descubrirse
a sí mismo.
En “Jay Kelly” pronto nos damos cuenta de que lo que
vemos no es tanto la misma historia o un conjunto de historias, sino el
ejercicio mismo de una vida a tope, y cualquier vida: quizá la suya propia, si
hemos entendido el mensaje del filme o tal vez la del propio enunciador de la
película: posiblemente un estilo de vida, y que a la larga es la vida de muchos:
una existencia cargada de martirios, festivales de cine, hijos que se marchan,
terapia, pantomima, teatro, en fin.
Quizá el director de cine Noah Baumbach está delineando,
y no en mínima escala, un fresco abrumador de experiencias y posibilidades —entre
lo ridículo y lo sublime— alimentando sus curiosidades. El tomar cada uno de esos elementos para crear enredados
juegos intertextuales en nuestras vidas, sería gozoso, pero seguramente no nos consentiría
llegar muy lejos.
