jueves, 20 de noviembre de 2025

La hermanastra fea

 

Esta reciente película ganadora este año en el festival de cine de terror de Sitges, es una nueva versión si se quiere de la “Cinecienta”. Tema que ha sido llevado ampliamente a celuloide. Su directora Emilie Blichfeldt dinamita la noción y percepción que tenemos de la fábula, para trasladar nuestra mirada hacia Elvira (Lea Myren), una de sus hermanastras, ofuscada por conquistar el amor del príncipe Julián aunque eso presuma transfigurar su cuerpo por completo para acomodarse a la complacencia del momento. Elvira aguanta cirugías bruscas, bacterias monstruosas e instrucciones cosméticas inspiradas en los años 1900. La mixtura de horror físico y humor mordaz asegura al habitante de la sala de cine que sus luchas sean tan burlescas como alarmantes.


Así que sobre una invitación de “terror corporal” (y aproximación a lo Cronenberg) que busca mostrar las hipocresías que subyacen en la historia echando mano de un humor negro extremado e instantes realmente desagradables, de esos que te exigen a retirar la mirada o no perder de vista de forma discontinua mientras te cubres el rostro.

La película de Blichfeldt jamás se pone excitable por afirmarse en su inadmisible contexto. La diferencia entre el caricaturesco “viaje de Elvira” y el irritante e impasible ascenso de Cenicienta acrecienta una arista cáustica al comentario feminista de la película. Mientras que Elvira se consume en su búsqueda de cambio, la película mezcla momentos de humor incómodo y agudo con algunas escenas sorprendentes. La comedia física que resulta de sus desgracias es ingeniosa de modo sarcástico, y la crítica sobrentendida a los patrones de belleza, que son cruelmente penetrantes, le da a la cinta una profundidad y unas resultados que la mantienen con los pies en la tierra.