“The Thursday Murder Club”, una adaptación
cinematográfica de Netflix de la exitosa novela homónima de Richard Osman. El
asunto va de unos jubilados: Elizabeth
(Helen Mirren), Ron (Pierce Brosnan) e Ibrahim (Ben Kingsley) quienes viven en
Coopers Chase Retirement Village, un antiguo convento, pero no es óbice para
que una vez a la semana, los jueves, este “equipo” se reúna para solucionar
asesinatos sin resolver por el simple pasatiempo, ya que, las personas mayores
hacen más que no hacer nada.
Como todo thriller que se aprecie, arranca con un crimen
y a partir de ahí ese clima sin mucha crispación (por aquello de ese “toque” de
comedia) que se respira en algún que otro momento de cuatros personajes y sus
respectivas pesquisas. Donde Elizabeth (Hellen Mirren) es la primera interesada
en tratar de descubrir la verdad para poder seguir con su vida y junto a su
esposo. La cinta pues se mueve en su primer tercio y en el último, en los
terrenos más propios del thriller o el drama sobre desapariciones, con
ciudadanos no tan decepcionados, a manera de las historias a lo Simenon.
Encaja no contar mucho más de la trama, para que el
espectador asista lo adecuadamente “inocente” al visionado de la cinta y
disfrute de todo lo que esta ofrece. No solo atrapa en lo argumental —sin
muchos giros de guion y muy bien hilados—, sino que asimismo lo hace por la
brillantez actoral, para combinar todos los elementos de la comedia y la novela
negra. Un filme pues que posee una leve y una serie de pesquisas que nos
mantiene dentro de la trama.
Con ciertos semblantes formales y estéticos reiterados de
novela negra, y sin impostada solemnidad alguna; un epílogo donde los cuatro
miembros del “club del crimen de los jueves” revalidan su convicción,
descubriendo a los asesinos, hasta entonces invisibles o inaccesibles del
relato. Una película pues buena en términos generales donde a las claras se
observa que algunos actores y actrices siempre admirados, ya se van haciendo
mayores (pero interesantes).