domingo, 22 de diciembre de 2024

María Callas

El cineasta chileno Pablo Larraín remata su trilogía dedicada a las grandes figuras femeninas del siglo XX con una imagen tan penetrante, fina y pesarosa como intensamente sostenida por el resplandeciente trabajo de su intérprete en esta ocasión Angelina Jolie como María Callas. Cuando en una entrevista de Callas a un periodista le propone salir de su casa y escuchamos: “acompáñame dijo la vida, y no necesariamente dice a donde”, entendemos mucho del punto de vista de Callas sobre la vida misma.

La película que pudo haberse titulado de otro modo, propone desde el presente el ocaso de María Callas, que resiste a su adicción a todo tipo de medicinas gracias a la compañía y vigilancia de su ama de llaves y su mayordomo; que combate a sus visiones y a sus recuerdos, poniendo personal énfasis en sus “performances” y que concreta el arco emocional de su heroína y su relación con el magnate Onassis.

Y con un exquisito guion de Steven Knight sobre la biografía de María Callas, también, podemos abordar el filme sobre la vida y la muerte. Y escudriñando un poco la historia, fue Pasolini, quien la hizo debutar en el cine en “Medea” (1969), y le dedicó un poema que a su vez me remite a la sentencia: “Sé cuánto me sobra, pero no cuánto me falta”, escrita por Octavio Paz, y ese mismo arrojo de soltar lastre rige los principales versos de quien se sabe ya póstumo en vida tras la finalización de la candidez. “La música nace de la pobreza” (escuchamos a Callas en el filme, evocando su infancia).

No estamos pues estrictamente antes los últimos días de Callas en París, el filme prolonga el itinerario de los dos trabajos anteriores del cineasta chileno (“Jackie” y “Spencer”), sobre los que —y a su manera—, agradan. Y este que hoy analizamos, es un testimonio, pero mucho más penetrante. Y eso gusta. La ópera induce a esa secuela: transpone la cotidianidad a un escenario tan excesivamente irreal, tan provocadoramente imaginario, tan abreviado y hasta divertido en su lógica, que no queda otra que rendirse.