miércoles, 4 de diciembre de 2024

Jurado N.º 2

 

Hasta cuando seguirá dirigiendo Clint Eastwood (tiene 94 años). Pues hasta que el cuerpo aguante, diría. Por lo pronto, este su reciente filme, es igualmente es una prueba de vida. La película remite a los grandes dramas judiciales —“12 hombres sin piedad”, de Sidney Lumet o “El veredicto” del mismo cineasta— y exhala en cada secuencia todos sus tópicos, y muy cerca, esos abismos sobre la culpabilidad o no, propios de nuestras conciencias libres o no de todo juicio.

La historia muy turbia, y de la que hay que cometer un spoiler al plantear que un hombre llamado Justin Kemp y alcohólico es elegido como miembro del jurado popular en el juicio de un homicidio, pero que él, es el verdadero culpable, aunque, ¿sin culpa alguna? Esto, nos lleva a una serie de deliberaciones que repercuten en la conciencia de algunos de los protagonistas, y algo bien interesante sobre esas conductas finales que tarde o temprano predominan en el futuro de toda alma del ser humano, aunque siempre en la búsqueda de “ocultar” algo.

La película de Eastwood se aparta del sensacionalismo o la violencia en los que podría haber caído fácilmente la historia, bañando sus imágenes de esa aura especial que suele envolver a estos relatos sobre asesinatos y quien es el culpable. Además, por lo observado en la pantalla, con sutileza y cierta sensibilidad logra que el espectador se envuelva en todos los elementos que nos sirven para detectar al verdadero asesino y sobre todo hasta donde llegan los valores y culpabilidades.

En otras palabras, La película narrada —con el sosiego, la honestidad y la nitidez— de un cineasta, examina el proceso emocional de Justin Kemp, un personaje en todo su laberinto, y por mucho que su arco dramático en la parte final del juicio se derrumbe ante los ojos del espectador en favor de la evidencia y tesis de la trama (la inocencia del supuesto asesino, aunque sea declarado culpable); la película trata de ese hombre que “parece haberse absuelto” de sus pecados cuando (con fiscal incluido) todo le exige a enfrentarse a un dilema moral.