Esta
cinta argentina dirigida por Ricardo Rowe es una buena propuesta de ese “road
movie” (“cine de carretera”), donde a través de padre e hijo se dirigen a un
sito precisamente en la Patagonia, Argentina, donde todo quedará saldado. Y me
refiero a esos caminos no recorridos entre padre hijo y que a través de unos
diálogos que nacen del alma, todo en algún momento quedará en su sitio. Pese
a que la maniobra cinematográfica pareciese estar predestinada a insuflarle una
fuerte dosis de certeza a unos tiempos bastante sombríos, el resultado final
termina siendo lo que debe ser. Nada de ostracismo.
Cuando
digo todo, me refiero a todo aquello que no se dio en este transitar de la vida
cuando padre e hijo —Rodrigo y Óscar (así son los nombres de
los dos actores), siempre tuvieron algo que poner en claro—. Y más que revelar aspectos
de esa relación entre padre e hijo y evitando el spoiler, la película argentina
tiene eso sí, características o
motivos recurrentes que la hacen identificable como subgénero.
América
latina tiene en este sentido muchos filmes interesantes. De acuerdo a Walter
Salles (“On The Road”, 2012; “Diarios de motocicleta”, 2004) en su artículo: “Apuntes
para una teoría sobre la Road movie”, los primeros directores de documentales,
como Robert Flaherty (“Nanook, el esquimal”, 1922), fueron los padres
fundadores de esta forma narrativa. Sobre
los protagonistas y es el caso de esta cinta argentina dirigida por
Rowe, se desplazan en una carretera, pero, el movimiento no es puramente
geográfico; es un periplo hacia uno mismo, y reitero una posibilidad asimismo
de descubrir al otro. Una experiencia iniciática nos remite a otros títulos como: “Strangers
Than Paradise” (Jim Jarmusch, 1984), “Y tu mamá también” (Alfonso
Cuarón, 2001) o “Paris, Texas” (Wim Wenders, 1984).