“La sustancia”, de la francesa Coralie Fargeat, es una
película para pensar bien sobre el destino de la belleza de ser humano, y
aunque se encuentre cómoda con la etiqueta del ‘body horror’, “La sustancia” es
la de la serie Z más perturbada, amparada en la agenda feminista. Y lo demás es
disfrutable.
En una dichosa elección de ‘casting’, Demi Moore
interpreta a Elizabeth Sparkle, una actriz en declive a punto de perder su
trabajo en un programa televisivo de ‘fitness’ —a lo Jane Fonda—, y es que la
edad no perdona. Es entonces, cuando ella descubre la existencia de una
sustancia inyectable que admite conseguir de sí misma un segundo cuerpo, recio
y rejuvenecido (que encarna Margaret Qualley).
La máxima —la obcecación por la belleza asignada por
el hombre— y su discurso feminista podría ser subterfugio, no obstante, hay
referencia a relatos de Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, David Cronenberg amén de muchos
otros. A la larga el filme es concebido como un brutal ejercicio de terror gore,
‘The Substance’ edifica una poderosa ironía sobre la exigencia estética a la
que se ven sometidas las jóvenes de todas partes del mundo creería, pero más por
parte de la industria del recreación, y por la sociedad en su conjunto.
Qué concluir. En el caso que nos ocupa, todo apunta a
un buen desarrollo narrativo, contribuyendo a una insolencia usualmente de
golpe y porrazo e incitando una sensación de que, pase lo que pase, de algún modo
todo va a estar bien/o mal. En los primeros compases del filme, vemos cómo su
protagonista desesperada tras un episodio personal muy triste, decide “cambiar
de rumbo”.
Además, la cineasta Fargeat edifica una obra feroz y sarcástica que sabe regularizar
su cólera en unas imágenes repletas de cuerpos adulterados, gestos aparentes,
heridas purulentas y sangre. Y puestos precisar alguna que otra referencia,
celebremos la llegada de ‘The Substance’ como si se tratara de algo ya visto
antes (lo digo por los muchos guiños cinéfilos).