martes, 27 de agosto de 2024

Siempre nos quedará mañana

 

De las películas más sonadas el año pasado y aun este, estamos ante una comedia drama (con tintes de neorrealismo), quedando pues impregnados ante la primera película —rodada en blanco y negro— como directora de la actriz (es la maltratada Delia en el filme) y guionista Paola Cortellesi y con la que ha arrasado por completo entre el público y la crítica italiana por dos inspiraciones primordiales: por la fábula que cuenta, por la forma atractiva y original que tiene de contarla (disruptiva por momentos).

Tomando como punto de partida el matrimonio de la hija de Delia, Marcela, con un chico pudiente, todo asimismo se circunscribe a la cotidianidad y asuntos de una familia pobre en un barrio de la Roma postguerra. Con el excelente guion, la trama nos va llevando con meditadas reflexiones sobre la amistad y la vida familiar.

Visto así el asunto, la película acentúa firmemente el despotismo de una colectividad patriarcal en la que los hombres solventan todo, y esperando que las mujeres continúen en un mutismo como aceptación de ello. En “Siempre nos quedará mañana” Ivano (el esposo de Delia) un holgazán, avaro y fogoso —el actor que lo encarna Valerio Mastandrea—, que con semblante severo, juega con su cruel derecho hasta el final en el sentido y plan para su hija Marcella (Romana Maggiora Vergano) en lo que cree un matrimonio provechoso.

Por otro lado hay un elemento del que hasta ahora señalo y es el uso de una banda sonora ecléctica que abarca baladas enternecedoras de Achille Togliani y Lucio Dalla, hasta números de hip hop y rap. Y en la película, Cortellesi inclusive logra atrapar al público con un final en el que las acciones de Delia irradian un acento y un avance histórico (por lo de la época en que suceden los hechos) en los derechos de las mujeres al voto.