Como introducción inicial, señalar que esta es una
película y guion de Juan Pablo Polanco y César Alejandro Jaimes, en una coproducción con Argentina y Alemania (pareciese
que las coproducciones están favoreciendo al cine de arte y ensayo). Al iniciar
con la pregunta: qué es un
carropasajero. Pues una vieja camioneta de platón adaptada para llevar
pasajeros cruzando el desierto de La Guajira en Colombia.
Esta definición del medio de transporte, y sumado al
sonido de
metal chirriando a punto de destrozarse, es un filme a mi modo de ver de arte y
ensayo, donde además, los pasajeros (entre ellos los aborígenes Wayúu) son los
estereotipos protagonistas y
que, a través de todos los momentos de quietud en ese viaje de atravesar el
desierto guajiro, en sus mentes solo cabe la abstracción (de la “vida y la muerte”).
Ya
que, como muy bien sabemos poner en claro: “La mejor manera de dominar los estereotipos
y si se desea, desterrarlos, es estudiarlos y comprenderlos” (González Galiana,
1999, p. 26).
Tres cuestiones a determinar sobre “Carropasajero”: al observar el
filme de Polanco y Jaimes, es difícil concebir una idea fiel sobre las
emociones ocultas de los protagonistas (rostros imperturbables y ese cargado de
vejez y sabiduría de Josefa). Lo segundo son esos larguísimos diálogos, algunos
en “voz alta” (otros en off sobre el mismo personaje) para “hablar” con uno
mismo, y, los planos —largos igualmente y pocos emplazamientos de cámara en la
puesta en escena.
Y por último, los valores acusmáticos de la diégesis,
que por momentos abruman por su “sequedad” —arena, ruidos del carropasajero,
etc. — [que recuerda la propuesta de topología del sonido en relación a la imagen
que propone Michel Chion, 1998, pp.69-88], a excepción del canto vallenato,
cuando cotejamos y escuchamos “Vení, vení” (del juglar Juancho Polo Valencia), y
que en su testimonio sumado a otros —“el canto” con la tristeza— añaden a los
valores intradiegéticos. Todo lo anterior, invita a reflexionar de la cinta en
su aspecto de “realidad” (evito el spoiler) y lo emocional en “la alegría y la
tristeza”, o la tonada con la tristeza. Siendo de alguna manera el tono del
filme.
Dos frases entre esa catarata de información verbal
(muchas a través de la voz en off del mismo interlocutor). Y es la que formula la
mujer Josefa [fallecida, sí así es] y su familia Wayuu en ese “viaje a ninguna
parte”: aquella y parafraseada cuando enuncia que “la fuerza de la muerte puede
atraer el terruño otra vez” o “palabras sobre la arena”. Aquí estaría la clave
para entender el porqué de tanto soliloquio, y sumándole la sustitución del
protagonismo masculino.
Por otro lado, esos “planos de Josefa” cargados de
serenidad y ancianidad, y que el director dispone de la cámara, no para escudriñar
contradicciones ni tampoco dejando que los apegos o las turbaciones usurpen el
control. Todo deviene de la idea de regresar siempre al lugar y punto de
partida una tierra añorada.
Otro punto de vista que me gustaría plantear, es que
estamos ante una “road movie” —muy su generis dirían algunos—. Pero “road
movie” (sin alter ego alguno) al fin y al cabo. Algunas ideas que sustentan mi
reflexión: el rasgo más llamativo es el que Dupuy denomina “sistema del automóvil”
como estandarización: el vehículo ha hecho desaparecer en gran medida la
diversidad territorial más allá de las fronteras nacionales (Dupuy, 1995, pp.
185 y 188). En “Carropasajero” el transitar entre Colombia y Venezuela.
Especialmente en lo que se refiere al paisaje,
espacios abiertos frente a espacios claustrofóbicos que se observan en “Carropasajero”,
obligan a replantearse la relación con el género cinematográfico. En cualquier
caso, películas como estas suministran un campo de referencias muy profundo
para la interpretación de un proceso tan complejo.
A modo de conclusión, dos serían las principales líneas de desarrollo de la “road
movie”. A juzgar por este tipo de cine: las particularidades bien acentuadas (la
emblemática “Easy Rider”), y como señalan otros expertos el cine de
autor on the road, apoyada en la experimentación formal y narrativa de sus
creadores (el paradigma estaría en película “On the road” del director Walter
Salles).