domingo, 2 de abril de 2023

"Los reyes del mundo", de Laura Mora

 

Estamos nuevamente ante el complejo mundo actual de los marginados, seres abyectos en caminos sin salida, que tarde o temprano los van a matar. En este sentido “Los reyes del mundo”, se equipara en esta temática a muchos otros filmes colombianos y de América Latina. Al ver en la película a ese combo conformado por Rá [hereda unas tierras de su fallecida abuela a través de un programa de restitución del gobierno], Culebro, Sere, Winny y Nano, quienes viven en esas calles violentas de Medellín; de entrada todo está sentenciado para ellos, por más que se crean los reyes del mundo.

Pero si algo queda en nuestro interior de esta película filmada por Laura Mora, es cuando comprendemos que, si la tierra heredada Rá  es el leiv motiv para que cinco chicos que decidan hacer un espinoso viaje por el bajo Cauca antioqueño para reclamar esa “tierra prometida”. En su Intertexto el mensaje, a mi modo de ver, es que el gran problema de Colombia y toda esa violencia, se deben a la posesión de la tierra, y no hay más que ver las noticias en la televisión colombiana hoy en este sentido.

Pero que otras reflexiones podemos sacar de una buena película [ganadora en el Festival de Cine de San Sebastián el año pasado]. Si como sentencia Bachelard: «[…] trazar un margen es ya borrarlo», esas delimitaciones del espacio para un mundo de oportunidades en todo contexto; su posible articulación [dada la diferenciación cultural] para un “universo” sin bordes ni umbrales para vagar [si se nos da la gana]: no es fácil de alcanzar y psicoanalizar.

Por qué nos resulta tan fácil esgrimir conceptos en ese cine sobre la marginalidad. Por dos cosas: un acto deconstructivo (Derrida) que, a lo mejor permite “hablar” de ellos [los cinco chicos ya aludidos], pero que creería, dificulta mirarlos desde el punto de vista de la “otredad”.

La idea de la otredad es crucial para la sociología y el estudio de las identidades sociales, este concepto existe gracias a que somos seres sociales, necesitamos de la presencia y cooperación de otras personas para sobrevivir. Cuando se forma un grupo para este propósito tenemos una sociedad, las personas dentro de esta unidad se definen como “nosotros”, y los “otros” son quienes no comparten identidad o pertenencia con este grupo (García-Bullé, 2022).

Por otro lado, al tomar este argumento basado en la realidad real [valga lo tautológico] y llevarlo al cine, es hacer crónica, idea que proviene del neorrealismo italiano [“Ladrón de bicicletas”, Vittorio De Sica]. Ya que confronta la realidad con el asistente a la sala de cine, estableciendo una posición moral sobre el asunto.

Podríamos de igual manera escribir y debatir cuál sería la mejor manera de designar  a esa clase de habitantes observados en el filme con el nombre de «población marginal» [definido por las ciencias sociales], un calificativo que habría que revaluar frente a ese sector ya habitual en las calles, sin ocupación estable, ingresos económicos suficientes, donde se hace inevitable la gestión del Estado para integrarlos en la sociedad.

Qué nada. Por lo pronto, la cinta de Laura Mora se debe mirar cómo su corazón le indique, en lo personal una mirada  con el psicoanálisis lacaniano, el cual, siempre que lo  hago, abandono cualquier explicación universal y es a partir de que “el psicoanálisis de Freud y Lacan permiten una nueva lectura de las expresiones artística” (León, 2003). La pantalla de cine es en esto, el indicador más sensible. Hitchcock siempre tuvo la razón.