“Argentina 1985” se presentó este año en el Festival
de San Sebastián y fue elegida por el público como su película favorita. Sin
cometer spoiler alguno, pues es una historia archiconocida en el mundo, tiene
como punto de partida el juicio contra los miembros de la dictadura militar
argentina. En este contexto, prioriza en el relato la actuación del fiscal
Julio Strassera (Ricardo Darín). Con un alto dispositivo en hechos reales, es
evidente que la película posee elementos de ficción, que la hacen más “asimilable”, pese a su largo
metraje. Puede que alguien la titule de cine político, pero como escribe el
escritor Freire (*) (2002):
El poder de un film consiste en que da al espectador
la sensación de que está siendo testigo ocular de los acontecimientos, pero ése
es también el peligro que conlleva este arte, pues dicha sensación es ilusoria.
El director manipula la experiencia, y no sólo le interesa lo que realmente
sucedió, sino también contar una historia que tenga una determinada estructura.
En este sentido todo film es político, y un vívido recordatorio de la tensión
existente entre la idea de drama y la de documento, entre el anticlímax y el
carácter cuestionable del pasado, y la necesidad del director de adoptar una
determinada forma.
El director Santiago Mitre, pues de quien vi su
thriller político ‘La cordillera’, y también con Ricardo Darín, lo adereza con
hechos dramáticos y un personaje caracterizado por Darín que da empatía al
fiscal. Con una gran sensación de veracidad [testimonios, amenazas, víctimas],
también sobresale en la película el conflicto personal y familiar del fiscal, lo
que permite que no sea una historia plúmbea cargada solo de juicios.
Es evidente que para el pueblo argentino la película
tiene una dosis de emoción y que la eleva a un suceso histórico que sella un
punto de modulación justa para la vida del país latinoamericano. Los años de
Videla, parece con esta cinta, un punto final cinematográfico, quizá, pues Argentina
sigue su andar político y alejado de horrores de sus gobernantes.
Estamos pues ante un cine adulto de calidad, una película con
aptitud universal que perfecciona su pertinente citación a la memoria, fundamento
grandioso, sincero e imperecedero. Strassera culmina su defensa de la fiscalía con este pensamiento:
“Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de
originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me
pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: “Nunca
más”.
(*)Cine político: la reivindicación de la memoria