Film
que trata sobre el escritor y periodista ganador del Pulitzer JR Moehringer.
Una retrospección en un pub de Long Island es suficiente para una historia
personal generosamente atrayente, y un poco sentimental, adaptada de las
memorias de Moehringer por el actor y director George Clooney. “The Tender Bar”
reconoce cómo el personaje de marras, al crecer sin un padre, halló, si no lo
mejor, a su tío Charlie (un excelente Ben Affleck buenísimo, que parece estar en
un nuevo nivel de su carrera) y sus consejos.
De
manera que estamos una historia bien contada y que resulta interesante para aquellos
periodistas y escritores en busca de “verdades”. De manera que esta
autobiografía permite reflexionar otros aspectos de la relación cine y
literatura, y es esa casta de feliz acontecer narrativo con escenas para nada desarticuladas
que se intercalan [sin ese cortocircuito] entre la mesura de las decisiones del
talentoso periodista [aun joven]. Decisiones significantes y su capacidad para halagar
los sentimientos más introspectivos del espectador, y esa fortaleza a la hora
de deslizarse entre la lectura [los libros] y cierto pesimismo. Cloney es ilusionista
y es filósofo. Es todo lo que se quiera y que valga el efluvio.
En
el cine la palabra es trasmutada en imagen óptica y eso nos permite y consiente
sin rodeo alguno, acudir a una de las muchas lecturas de su contenido. Si sus
directores consiguen convertir el producto cinematográfico que se obtenga en
una fidedigna obra interesante, entonces puede aseverarse que la imagen visual dignificará
el alma de la escritura que dio inicio como pensamiento, como idea y como fábula.
“El
cine ha sido definido también como el arte de la observación del comportamiento
humano, ya que el mismo no presenta como ha hecho durante largo tiempo la
novela, los pensamientos del hombre, sino que tiende a reflejar más su conducta
o comportamiento, su manera de “estar en el mundo”, de tratar las cosas y a las
demás que le rodean, y lo hace visible” (Pérez, 2001, p. 61)
De
manera pues que la reciente película de Clooney es eso: una mirada a la larga
a la conducta humana, y los
movimientos de cámara y las disposiciones de montaje quedan, por expresarlo de
alguna forma, más aceptados a nivel narrativo. Sucintamente, en los momentos en
los que el cineasta maneja el plano/contraplano con rostros expectantes y
felices [aunque no para todos los modelos actanciales], quizá, por vez primera
en la película, pareciese que Clooney considera y se toma la molestia de escuchar
a sus interlocutores.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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