jueves, 13 de enero de 2022

¿Qué es lo que vemos cuando miramos el cielo?

 

¿Qué es lo que vemos cuando miramos el cielo? Es una película que me hizo reflexionar sobre el cine disruptivo en el sentido de un relato [muy al cine mudo, muy al cine de vanguardia] que parece a buena intención un despropósito, pero que es una narrativa [voz off, elipsis, largos planos de nunca acabar en apariencia, música y pasos de tiempo, sin que él pase desmedidamente] sencilla, y apurada a la vez. El título del segundo largometraje del cineasta nacido en Georgia y residente en Berlín, Alexandre Koberidze, pregunta en clave de ambigüedad si él [o usted espectador] ha respondido a esta pregunta.


Lisa (la joven cinéfila Ani Karseladze) y Giorgi (uno de los actores más talentosos de Georgia, Giorgi Bochorishvili), se despiertan como personas diferentes [antes ya los habíamos visto tropezarse] y por el arte de la poética del cine, pasa lo que pasa  y tiene que suceder [no cometeré spoilers].No obstante, la voz off del narrador masculino [Giorgi] nos dice y nos guía a su propósito.

Pero en el tercio final de la cinta, se implanta otra línea de la historia: un equipo de filmación. Un director, un director de fotografía quienes significativamente, están haciendo una película en y buscan parejas de la vida real para informarse. Pero Lisa y Giorgi aún no se han vuelto a encontrar en este momento [¿qué dirán frente a la cámara?].

Estamos pues frente a un documental de observación [a lo Kurusawa] y un manejo del tiempo. ¿Esto qué quiere decir? Pues que las películas de observación se basan en el montaje para fortalecer la sensación de temporalidad auténtica. Y tal y como lo señalo al comienzo de este análisis, la acotación en voice-over, la música extradiégetica [ajena a la secuencia observada],  y los intertítulos.

La realización de observación entonces, estimula un tono particular en los miramientos éticas; ya que esta singularidad se basa en la aptitud de ponderación del cineasta, y el argumento de la intrusión [que es lo que se observa en el filme con los personajes] sale a la superficie una y otra vez dentro del discurso del filme [este tipo de textos se caracterizan por el trato indirecto y la película los tiene en abundancia].

Debemos pensar que Koberidze lo circunda todo en una película sincera, coherente y, en última instancia, romántica que te mantiene atrapado y feliz [a lo largo de sus 150 minutos del metraje]. Un componente muy significativo de la situación, es la vaguedad del tiempo [un designio para nada insensato]. Combina esto con el hecho de que la película se rodó en Kutaisi [que fue la capital de Georgia hace unos 900 años], y que para los europeos de esa región, pues debe suponer algo emocional en el espacio y tiempo.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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