¿Qué es lo que vemos cuando miramos el cielo? Es una
película que me hizo reflexionar sobre el cine disruptivo en el sentido de un
relato [muy al cine mudo, muy al cine de vanguardia] que parece a buena intención
un despropósito, pero que es una narrativa [voz off, elipsis, largos planos de
nunca acabar en apariencia, música y pasos de tiempo, sin que él pase
desmedidamente] sencilla, y apurada a la vez. El título del segundo largometraje del cineasta nacido
en Georgia y residente en Berlín, Alexandre Koberidze, pregunta en clave de
ambigüedad si él [o usted espectador] ha respondido a esta pregunta.
Lisa
(la joven cinéfila Ani Karseladze) y Giorgi (uno de los actores más talentosos
de Georgia, Giorgi Bochorishvili), se despiertan como personas diferentes
[antes ya los habíamos visto tropezarse] y por el arte de la poética del cine,
pasa lo que pasa y tiene que suceder [no
cometeré spoilers].No obstante,
la voz off del narrador masculino [Giorgi] nos dice y nos guía a su propósito.
Pero
en el tercio final de la cinta, se implanta otra línea de la historia: un
equipo de filmación. Un director, un director de fotografía quienes
significativamente, están haciendo una película en y buscan parejas de la vida
real para informarse. Pero Lisa y Giorgi aún no se han vuelto a encontrar en
este momento [¿qué dirán frente a la cámara?].
Estamos
pues frente a un documental de observación [a lo Kurusawa] y un manejo del
tiempo. ¿Esto qué quiere decir? Pues que las películas de observación se basan
en el montaje para fortalecer la sensación de temporalidad auténtica. Y tal y
como lo señalo al comienzo de este análisis, la acotación en voice-over, la
música extradiégetica [ajena a la secuencia observada], y los intertítulos.
La
realización de observación entonces, estimula un tono particular en los
miramientos éticas; ya que esta singularidad se basa en la aptitud de
ponderación del cineasta, y el argumento de la intrusión [que es lo que se
observa en el filme con los personajes] sale a la superficie una y otra vez dentro
del discurso del filme [este tipo de textos se caracterizan por el trato
indirecto y la película los tiene en abundancia].
Debemos
pensar que Koberidze lo circunda todo en una película sincera, coherente y, en
última instancia, romántica que te mantiene atrapado y feliz [a lo largo de sus
150 minutos del metraje]. Un componente muy significativo de la situación, es
la vaguedad del tiempo [un designio para nada insensato]. Combina esto con el
hecho de que la película se rodó en Kutaisi [que fue la capital de Georgia hace
unos 900 años], y que para los europeos de esa región, pues debe suponer algo
emocional en el espacio y tiempo.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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